La literatura no es arte

Publicado el 03 marzo 2010 por Dannybrenes

Artículo ignorado por un populoso diario nacional. *Lloro*

Cierto día, al tico se le olvidó leer por placer, por entretenimiento y por ejercicio intelectual. Al tiempo, al tico se le olvidó premiar los esfuerzos literarios que realizan aquellos pocos locos que aman, defienden y ponen en práctica el arte de las letras. Y luego, apenas pasadas unas cuantas semanas, al tico se le borró de la memoria tomar en cuenta siquiera, a la palabra escrita como forma artística.

Horror de horrores para aquellos que encontramos un hogar entre los libros y conocemos del potencial que poseen los escritores costarricenses, lo anterior no es ninguna ficción de terror. No fue suficiente ser vilmente ignorada por Aquileo y sus controversiales premios, ahora la literatura costarricense es hecha a un lado por el Festival Internacional de las Artes (FIA), una de las más importantes plataformas anuales para el artista criollo.

En primera, quiero dejar en claro que respeto tremendamente el FIA: soy y seguiré siendo fiel visitante de su colorida toma de la Sabana, de su música y su sabor que invaden una ciudad teñida de gris. Comprendo además, que la literatura no atrae tantas miradas, y el festival, por formato, está destinado a premiar lo escénico, lo espectacular: ¿qué dará mejor réditos, un recital de poesía o traer a Fito Paez? La respuesta no necesito especificarla.

Segundo, y es un punto claro para todos, la literatura en todos sus ámbitos, padece del desgano con que el tico mira la palabra: como una pena que deja atrás en cuanto termina el colegio. Adiós Quijote, adiós Mamita Yunai; si los vi, no me acuerdo. Contados con los dedos serán los casos de aquellos que siguen leyendo con el bachillerato bajo del brazo; si a ese selecto grupo restamos los libros de autoayuda o a Coehlo, la escena literaria nacional se convierte en un puñado de nómadas que se refugian en las redes sociales, en talleres aislados y en revistas especializadas que nadie lee.

Pero, ¿será dejar de lado la literatura, la mejor forma de combatir este mal que carcome el intelecto del costarricense, que piensa que leer es un castigo colegial, y no una forma de diversión y crecimiento intelectual, psicológico e incluso espiritual?



Un menú apropiado.

Todo empieza por el principio. Suerte la mía, aprendí a amar las letras gracias a los constantes regalos de mi señora madre, que cada par de semanas llegaba con un libro nuevo, que yo no tardaba en devorar. Así, con el paso del tiempo, me convertí en un apasionado de esta bella forma artística.

Sin embargo, el pueblo en su mayoría, se enfrenta por vez primera a una novela o un cuentario, hasta llegada la secundaria. Y es justo allí donde los problemas crecen, como un hongo en la humedad, porque los programas actuales y recientes de la educación pública de este país, ahogan las mentes adolescentes, que apenas se enfrentan a los libros por primera vez, con lecturas que no son apropiadas para ellos.

El mejor ejemplo, y que me perdonen los dioses de la palabra, es la obra de Cervantes. Y es que este clásico, el mayor de la literatura hispana y por qué no mundial, es probablemente el principal causante de la apatía que resienten los ticos frente a la lectura. Señores, el Quijote, en su grandeza y su atemporalidad, no es una obra sencilla de tragar; requiere concentración, habilidad para la lectura, conocimiento histórico de una época totalmente ajena a nuestros tiempos. Y las mentes virginales de personas nuevas en el arte escrito no están preparadas para disfrutar, como se debe, tal reto. Igual caso sería sentar a un lector novato (en el sentido menos peyorativo de la palabra) a leer El más violento paraíso, de Alexánder Obando; tal obra maestra merece un nivel de apreciación al que sólo se llega con constancia y dedicación.

Lecturas más sencillas (y no por eso, de menor calidad) son la clave para cazar nuevos aficionados a la sublime práctica de la lectura. Única mirando al mar, Crónica de una muerte anunciada, son sólo dos ejemplos de dos lecturas ya exitosas en colegios de todo el país; esa es la vía adecuada, ¡sigamos la senda!

Barajemos las opciones, abramos las posibilidades y convirtamos apáticos en apasionados. La lectura no debe ser una vía dolorosa que comienza en un lugar de la Mancha de cuyo nombre nadie quiere acordarse. Avancemos juntos, paso a paso y a un ritmo adecuado, hacia una Costa Rica letrada.

Made in Costa Rica.

Y ya que estamos, no releguemos al productor nacional. Y no hablo de agricultura. El escritor nacional sufre de trabas y padecimientos igual que cualquier otro emprendedor costarricense (aunque sus pesares son menos atractivos en una camapaña política, claro).

Ferias de libros, festivales, recitales de poesía, presentaciones de obras nuevas. Todos son sucesos que dan un espacio más que merecido al autor compatriota, y su éxito es responsabilidad de editoriales, escritores, ministerios y lectores por igual.

No cerremos las escasas puertas, más bien abrámoslas más y siempre más. Hagamos de este país, que tantas y tan grandes cosas es capaz de hacer cuando se lo propone, un referente de cultura y diversidad, en una ventana para el desarrollo artístico en todas sus expresiones. No nos olvidemos nunca que la literatura es sí arte.


*Imágen de Deviantart, como es usual.© danny