La luna

Ayer la luna volvió a encenderse.
Como a veces con la espuma de las nubes,
o con la furia del sol.
Sus cráteres que como sepulcros
encierran todas las catástrofes,
me mostraron algún promisorio halo.
La luna había refulgido para turbarme.
Y sin embargo hoy no está.
Ya es tarde,
casi amanece.
Ahora que creo poder descubrir lo que ayer no.
No está.
Vaga por algún lugar del cielo, lo sé,
pero no sobre mí.
Juega en algún lago,
seguro,
mas no aquí.
No se deja escrutar.
Tengo el cuello cansado de mirar.
Los ojos desorbitados.
¿Y tú?
Tampoco.
Ni la luna ni tú.
De haberla descubierto habría encontrado también tu gris ojo,
tan desorbitado como el mío.
Ya en la serena luz del poniente,
ya en la abismal tumba de nuestras batallas.
Y entonces sabría algo,
un poco más
de lo que ahora sé.
Derechos Reservados © Copyright 2019 de Rogger Alzamora Quijano