Al hablar de Rembrandt van Rijn, lo primero que se nos viene a la mente son obras oscuras y de mucha profundidad. Sin embargo, posee una forma peculiar de aplicar sus técnicas capaces de transmitir emociones y sentimientos diversos.
Por ese motivo, vale la pena analizar su técnica maestra en una de las obras más reconocidas por el artista. Si te interesa saber más, te invito a seguir leyendo sobre este pintor holandés y de qué manera contribuyó su obra en la historia del arte.
Características claves de la técnica de Rembrandt van Rijn
Por siglos, los artistas buscaron plasmar la realidad en sus obras y, en el caso de Rembrandt van Rijn, su interés se volcaba en la profundidad de las sombras. Es así como aplicó el claroscuro, una técnica que consiste en combinar la luz y la sombra para dar mayor dramatismo a las pinturas.
Para eso, el artista colocaba un haz de luz sobre la cabeza u hombros de la figura central, haciendo que todo lo demás quedara en las sombras. Eso le otorgaba una atmósfera teatral y una escena capaz de reflejar diferentes emociones en un vistazo.
Además, el pintor también experimentó con muchas texturas y grosores para lograr ciertos efectos. Uno de ellos era el impasto, una técnica que consiste en aplicar trazos gruesos por debajo de diferentes capas de pintura, dando así expresiones más realistas.
Con el tiempo, el artista tuvo un enfoque más expresivo, alejándose de los acabados suaves propios de sus primeras obras.
Otro aspecto a tener en cuenta es la forma en que trabajaba sus bases. Rembrandt realizaba una imprimatura con una capa de color, que iba entre el amarillo y el marrón. De esa manera, lograba que sus cuadros se tornaran cálidos, especialmente en las zonas con mayor luz.
Por último, hay que resaltar la maestría con que se manejaba con un solo color. Para eso, realizaba trazos transparentes en marrón, que lo ayudaba a definir la composición de la luz y la sombra en el cuadro.
La introspección vista en el «Autorretrato con dos círculos» de Rembrandt van Rijn
Un buen ejemplo de la maestría propia de Rembrandt van Rijn es en su obra “Autorretrato con dos círculos”, que pintó cerca del 1665. En este cuadro, el pintor se refleja a sí mismo de forma melancólica e introspectiva.
Lo característico de este cuadro es que posee un par de círculos de fondo. Aunque parecieran ser mera decoración, en realidad poseen una fuerte carga simbólica. Mientras que el círculo externo representa el mundo material y terrenal, el interno simboliza el plano espiritual y la introspección del artista.
Se cree que los círculos representarían la reflexión que tenía Rembrandt sobre su propia dualidad como ser humano. Por un lado, existe la conexión con lo tangible y, por el otro, su curiosidad por encontrarle algún significado más profundo.
Algo a recalcar es que su rostro es muy detallado y muestra una paleta de colores amplia y diversa. Sin lugar a dudas, esta obra es realmente excepcional y bien apreciada por aquellos que aman tanto al arte como al artista.
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