Revista Literatura
La mano
Salvador Moreno Valencia
A Rebecka.
A las horas que pasé contigo
Y a las que se fueron sin ti.
Mi mano inquieta
se detiene asiendo
la pluma
que una vez
unos pequeños-burgueses
me regalaran,
se detiene,
la mano ante el papel
en blanco y piensa
la mano;
como un cerebro independiente,
se decide, piensa, la mano
y escribe:
“No soy nada más
que una estúpida
apéndice, y me aterra
la superficie
del papel en blanco…”
Entonces cae, la mano
como cortada de un tajo
sobre la hoja
y vierte su sangre
hecha palabras.