Algunas han resuelto problemas, que mirados a simple vista, parecían insolubles.
La máquina de coser es un ejemplo de ellas.
Parece fácil, pero... intente pergeñar cómo hacer para coser una ropa, o lo que sea mecánicamente y verá que no es nada sencillo.
Hace un rato, buscando información sobre el mecanismo de la máquina de coser, leí en un blog un simpático comentario, sin firma, acerca del dispositivo de la máquina de coser, dice:
“Puede ser una estupidez, pero el hecho es que el mecanismo de una máquina de coser está entre los grandes misterios del universo.”
Cuando uno piensa en como coser un género mecánicamente, lo primero que se le ocurre es imitar el cosido a mano, y es esto, justamente lo que no se debe hacer.
Las máquinas modernas, en general, usan dos hilos, uno en el carrete de arriba y otro en una bobina que se encuentra por debajo de la tela... y el hilo no se arrastra a través de toda la tela. El hilo fluye siempre de la última puntada.
He aquí el ingenio de estos hombres, que casi como en todo invento o descubrimiento, fueron el eslabón final de un proceso acumulativo de conocimientos iniciado por por visionarios y concluido por visionarios.
En 1830 Bartolomé Thimmonnier, sastre francés, inventa una máquina que resulta operativa.
Con ellas, unas 80, se confeccionaban uniformes del ejército francés.
Pero hete aquí, que costureras y sastres, creyendo que las máquinas los dejarían sin trabajo, las destruyeron.
Bartolomé, sin apoyo financiero, al poco tiempo decide abandonar el desarrollo del emprendimiento.
Don Singer, también, claro...
De aquí en más la máquina de coser se popularizó hasta el punto de no quedar hogar sin el artefacto de marras.
...Cuando te lo explican.
Arnaldo Zarza