La máquina del miedo

Escucho una expresión del pasado: potencia europea. Potencia, sí, todavía, pero cobarde, conservadora en exceso, tanto como el dinero que rige sus actos, propuestas, directivas y comunicados conjuntos, todos presos del miedo en esta Europa potencialmente asustada por el cambio que amenaza su status.
Atada de pies y manos por la letra pequeña de lucrativos negocios bilaterales con Libia y otros países del área con golosos recursos naturales, por ese amigo extraño y villano, cargado hasta el tocado de petrodólares que no ha escatimado en repartir entre la noble Europa para ser aceptado por la alta sociedad.
Pero la cabra tira al monte y el excéntrico mandatario ha vuelto a ensuciar sus manos con sangre. Eso no gusta a la vetusta Europa y recuerda que no es “uno de los nuestros”, pero necesita su dinero rápido y en efectivo, su petróleo fluido. Por eso mira desde sus salones y calla. Aunque Arabia Saudita ya se ha comprometido a reforzar sus exportaciones de petróleo en caso de falta de suministro, la máquina del miedo ya se ha puesto en marcha y vuelven a asustarnos a todos con el riesgo de que suba la inflación, el diferencial de deuda, los tipos de interés, las hipotecas… y, al final, tengamos que vivir en una haima. El miedo, es, sin duda, el negocio más rentable.

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