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La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capìtulo 8)

Publicado el 30 octubre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro

La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capìtulo 8)

La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capìtulo 8)
El lector atento notará que hasta ahora el deseo no fue saciado, por decirlo de una manera elegante. Lo que no contaba, pasado de caballero, es que las mujeres también tienen necesidades carnales. Los meses pasaban y todas las oportunidades me encontraban desgraciado. Yo no tenía gran experiencia, eso me ponía un poco nervioso. Tenía claro por comentarios de los muchachos que el comercio sexual no era igual a una relación con amor. Los muchachos no me ayudaban demasiado. En general cuando uno pregunta de sexo, primero es tomado por gil, después se expone a que todos son campeones, todo es violento, todos ganaron. Con los años eso cambia, amigo adolescente que se esta avivando recién ahora, uno aprende a tratar a una mujer, por lo menos en temas de alcoba.
No podía hablarlo con la abuela, Papa no estaba, el Viejo Macìas no creo que se acuerde que es el sexo. Compre revistas, nada. Decidí hablar con el curita, si hay alguien que sabe de parejas es el cura. 
 -Padre tengo un problema (cliche)-Todos tienen problemas pero nada que no tenga solución. Por que no estas viniendo a misa?-No tuve tiempo-Siempre hay tiempo para el Señor.-Ya sé. Prometo acompañar más a la abuela.-Esa mujer es una santa.-Hay una chica, Virginia-La hija del bancario, sí. Ella tampoco viene-Estoy enamorado, salimos hace un par de meses pero no tuvimos sexo-Y cual es el problema?-Ese-Eso no es un problema. Deberías venir más seguido
Salí del confesionario a las puteadas.Enfrenté el problema. Nos encontramos en mi casa la tarde del día siguiente. Hubo un intento de reconciliaciòn entre Carmela y Virginia a través de un juego de dominó, no tuve suerte.
Estábamos solos en mi pieza, un poco distantes, algún beso, una mano, un freno repentino. Tenemos que hablar disparó y acá volvemos al principio:
-No creo en el sexo sin amor-Pero yo te amo.-Yo no se.
Bomba. Iba por la vida tan seguro de ser correspondido, pensando en un segundo paso, en comprometerse, en tener hijos, una nena chueca de pelo corto y un muchacho con remerita rayada. Se piensan nombres, viene Virginia y me contesta un no se, sacándose el peso, levedad ahí estás.
Rompí en un llanto sincero, las lágrimas se escapaban a pesar de ponerme durito y mostrarme fuerte. Ofrecí cambiar pero cuando uno no ama mas no hay cambio que valga, no hay vuelta atrás, es claro que en ese momento no lo sabía. Además rogar hace que cambie la balanza de poder, que si bien nunca está equilibrada del todo, siempre se tiene que mantener en cierta armonía. Mi reacción terminó de destruir todo.
-Creo que va a ser mejor que no nos veamos más por un tiempo, para despejarnos. Te traje esto.- ¿Me amaste alguna vez? - Lee
Me entregó la servilleta del primer cuento que le entregué. El texto tenía algunos cambios:
“Virginia y Pablo estaban enamorados. Él no era suficiente para ella y tenía miedo, ella era más que él pero le daba pena decirlo. Se encontraron en un tenemos que hablar. Dijeron que iban a cambiar cosas, pero comprendieron que era inútil. Unos meses después se dieron cuenta que hicieron bien y que fue la mejor decisión que podrían haber tomado.  Ahora Virginia busca un tipo que la vuelva loca y la satisfaga en todo sentido,  Matías cambia de parejas como quien hace simultáneas en ajedrez.  Ambos son otros, ambos son mejores. Nadie sabe si van a ser felices, pero aprendieron que forzar las cosas no sirve, que inventar no es sentir, que en la impostura siempre se está solo”
Lo que escribió me perecía una basura, cruel, pero con el tiempo me pareció un detalle que inmortalizó ese momento, lo hizo especial, no para bien pero especial al fin. No voy a analizar el texto demasiado, lo hice durante un tiempo y es un ejercicio inútil , violento y doloroso, lo importante es que alguna vez me amo, ya era bastante.
Luego de estos momentos es muy difícil despedirse o hablar o cualquier cosa, para colmo de males ella no había elegido un lugar neutral, lo que por un lado había evitado que mi berrinche fuera público. Después de mucho tiempo nos saludamos con un elegante beso en el cachete.La vì irse despacio, esperé que en algún momento se de vuelta, eso podía ser signo de esperanza. No hubo nada, dobló sin dejar ninguna puerta abierta.
Cuando entré Carmela quería jugar al dominó, mi cara la hizo desistir. Volvió al rato con un vaso de coca fría, la coca era un lujo, la abuela se la había comprado a ella. No importa, me encerré durante dos semanas. No voy a descubrir cómo pasa el tiempo en esos momentos, sin embargo no puedo recordar nada más que estar tirado en mi cama, rechazando cualquier tipo de consuelo.
Hice algunos intentos de recuperarla entre los que puedo enumerar: pedido de casamiento, darle celos con otra, renunciar a la maderera y dedicarme a la escritura, hasta en algún momento golpee a un pibe que hablaba con ella, el cajero del supermercado. Nada funcionó.
La abuela puso desencuentro de Rubèn Juarez. Me acordé de mi viejo y seguí pensando en Virginia.

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