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La Maternidad de la A a la Z: C de Cáncer

Publicado el 03 julio 2013 por Conmdemamá @CONMDEMAMI
La Maternidad de la A a la Z: C de Cáncer

Bienvenid@s a la taintas edición de este genial carnaval, ideado por Vero, de Trimadre a los 30. Querida Vero, ya puedes estar orgullosa de la ocurrencia tan genial que tuviste con esta fiesta bloguera. ¡Me encanta! (Y no, no me cansaré de repetirlo).Hoy es la primera vez que elijo la C, y me estreno con la palabra CÁNCER, palabra nada fácil ni de digerir ni de llevar. Pero me he propuesto soltar todo lo que pasa por mis neuronas (las pocas que me quedan sanas) cuando me viene a la cabeza y todo lo que esta palabra ha representado y representa en mi maternidad. Así que voy a utilizar esta entrada como una especie de "purga". Evidentemente, ni va a ser en tono de humor ni mucho menos irónico, o sea que parece que voy a cambiar totalmente mi habitual registro. Espero que el riesgo valga la pena.Sin más dilación, vamos allá.Según los respetables miembros de la RAE, ésta sería la definición de la palabra que elijo:cáncer.
(Del lat. cancer).

1. adj. Dicho de una persona: Nacida bajo el signo zodiacal de Cáncer. Yo soy cáncer, ella es piscis. U. t. c. s.2. m. Med. Enfermedad neoplásica con transformación de las células, que proliferan de manera anormal e incontrolada.3. m. Med. Tumor maligno.4. m. Proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos. La droga es el cáncer de nuestra sociedad.Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Como podéis imaginar, voy a ir directa al grano: me quedo con las acepciones 2 y 3.La primera vez que la palabra CÁNCER sonó en mi casa fue hace muchos años. El desafortunado en incorporarla a su lista de enfermedades o afecciones fue mi padre, doctor en medicina para más inri. Sin embargo, poco nos enteramos aquella vez: poca información por su parte, pocos datos y detalles. Llámalo proteccionismo, llámalo X. El caso es que tal como llegó, se fue.A pesar de que la suerte quería quedarse con nosotros, no fue así. A los pocos años, a punto de recibir el alta definitiva, mi padre volvió a enfermar de CÁNCER y, esta vez, sí que nos enteramos, y mucho. Su CÁNCER tenía nombre propio, apellidos de alta estirpe y llegaba para tambalear su vida y la nuestra: el carcinoma renal venía con ganas de batalla y victoria. Le extirparon el riñón afectado, tenía muy mal pronóstico y el cirujano, amigo de mi padre, no nos mintió en ningún momento: si sabíamos rezar, ya podíamos empezar. Sin embargo, mi padre, que además de fuerte es un cabezota, se negó a que aquello minara su vida, y salió de la batalla por la puerta grande.Años más tarde, cuando mi compañero de viaje en esta vida loca y yo llevábamos un tiempo viviendo juntos y teníamos un proyecto de futuro que ríete tú de los grandes arquitectos terrenales, el CÁNCER volvió. Pero, esta vez, le tocó a otro padre: el Papi de mis Pichu y Pollito, sí, los mismos que entonces no estaban ni planeados. Cuando crees que tienes toda la vida por delante, un saco enorme lleno de proyectos y planes, ilusión a toneladas para hacer todo eso y más, y el CÁNCER llega a tu vida para cortarte las alas, te quedas totalmente desconcertado, helado, roto, vacío, muy asustado y lleno de dudas y miedos. Y tienes dos opciones: luchar, hasta perder el aliento, por la victoria o hundirte hasta caer en picado y ponerle la alfombra roja a la enfermedad, que además de victoriosa, se paseará con el orgullo hinchado y relamiéndose de gusto.Mi pareja, mi mejor amigo, mi amante, mi compañero de vida, el futuro padre de mis hijos... tenía CÁNCER. Y tenía que ser operado de urgencia y recibir un tratamiento fuerte de quimioterapia. ¿Por qué él? "¿Por qué a mí?" Esa pregunta que le lanzó al médico que se lo detectó sigue grabada en mis oídos como si la acabara de formular, y sus ojos llenos de miedo a lo desconocido y de lágrimas de rabia, tampoco los olvido. Después de saber cuánto duraría el tratamiento con quimioterapia, su siguiente pregunta... "¿Pero llegaré a nuestra boda? ¿Nos podremos casar?". Pues sí, nos casamos. Después de unos meses más que duros, en los que combinar el trabajo con las tardes de hospital, obras en nuestro futuro piso, preparativos de boda fue toda una aventura (gracias sister, sin ti no habríamos podido), nos casamos. Recién acabadita la quimio. Fueron unos meses difíciles en los que nuestra relación creció en madurez, en complicidad y sobre todo, en amor. A pesar de esas interminables tardes-noches de jueves, viernes, sábado y domingo en las que Papi se aislaba de todo y de mí, en las que cualquier ruido, roce en su piel, palabra o gesto le molestaban, le hacían sufrir y lo apartaban de mi lado. A pesar de momentos en los que se le veía más muerto que vivo. A pesar de todo aquello, su amor por la vida, por los suyos, por mí, su valor, sus ganas de vida y su admirable fuerza hicieron que saliera victorioso de la dura batalla, y hasta hoy. Siempre he dicho que me alegro de que el CÁNCER quisiera aparecer cuando ya estábamos juntos. Recuerdo con cariño la primera vez que le rapé la cabeza, para ir preparándonos para lo que vendría después. Estabas sexy, ¿eh, amor? No paraba de repetírtelo porque así era como lo sentía. Luego llegó la "caída" de verdad, que se llevó hasta tus cejas. Y sin embargo, seguiste siendo el hombre más guapo sobre la faz de la tierra. (Aunque he de reconocer que aún me cuesta ver las fotos de nuestra escapada a Londres para celebrar el fin del tratamiento).No hace falta que diga que durante ese tiempo lloré mucho, a escondidas, en silencio, por dentro. No podía dejarme llevar por el miedo porque la valentía de mi marido se merecía todo mi respeto y estar a la altura.A pesar del triunfo contra el enemigo, la pesadilla aún se alargó un poco, haciendo que nuestro deseo de ser padres tuviera que esperar, al menos, dos años, para evitar así que nuestros tesoros pudieran nacer con algún problema consecuencia de los efectos residuales de la fuerte quimioterapia. Y siempre con la incertidumbre de si podríamos tenerlos de manera natural. Lloré mucho con la noticia, supongo que fruto de ver quebrada la ilusión de tener hijos pronto y olvidar todo lo vivido en ese medio año.Dos años después, tuvimos la respuesta. Me quedé embarazada de Pichu ¡a la primera!. Así que Pichu fue el más vivo ejemplo de nuestra victoria, un auténtico regalo del cielo, nuestro particular milagrito, el fin de las dudas, la incertidumbre y el mal trago. Mi embarazo significó la continuidad de nuestro proyecto de futuro juntos, que había quedado estancado hasta nueva orden. Vivimos el embarazo con el sentimiento continuo de sabernos más que afortunados, felices, amándonos y amando a nuestro bebé más que a nuestras propias vidas. Porque los milagros, a veces, ocurren, pero para que lleguen hay que creer en ellos. Y porque nosotros seguimos creyendo en nuestro proyecto de familia juntos , hace poco más de 8 meses llegó el Rubiazo, el broche de oro de nuestra historia. Somos muy, muy afortunados. Lo sabemos. Y os prometo que no hay día en que no lo recordemos.Sin embargo, el CÁNCER está empeñado en demostrarme que llega cuando quiere, que arrasa, que putea, que jode y mata. Y por eso, hace dos años y medio, volvió a visitar a mi padre, y esta vez sí, para quedarse definitivamente. En este tiempo, he visto como uno de mis pilares en esta vida (y, por circunstancias que no vienen al caso, mi único pilar de sangre adulto) va cayendo para no levantarse jamás como lo hacía antes, va consumiéndose y apagándose poquito a poco. El CÁNCER vino hace dos años cargado de malos proyectos, mala idea y mucha ansia de poder y de ganar. Invadió su único riñón sano, su páncreas... subió al cerebro, lo dejó en coma... y, a día de hoy, aún sigue su camino, arrasando sin piedad con todo lo que encuentra a su paso, dejando su huella de muerte y estrangulando la vida. Pero mi padre es el hombre más valiente del mundo, sí, y aquí está, luchando contra esta cruel enfermedad que te convierte en los restos de tu sombra. Durante todo este tiempo he tenido la suerte de, además de mi habitual compañero de viaje, tener a mis dos hermanas y a mi hermano al lado, luchando contra toda esta mierda,  llorando juntos, solucionando juntos, viviendo situaciones fuertes, injustas e inesperadas juntos, levantándonos unos a otros y levantando a mi padre. Os adoro. A mi padre lo hemos visto entrar en coma, salir del coma, partirse la cadera, salir exitoso de la operación, pasar una neumonía, cargarse la neumonía y salir de ella... Mi padre está hecho de amor y roca. Y por eso, sólo por eso, sigue aquí. Y gracias a esa fuerza que saca de algún lugar secreto y escondido, ha visto nacer a mi hija, a nuestra Pichu, la ha acunado, ha jugado con ella, la ha columpiado en el parque, ha presumido de ella. Gracias a su valor y a su cabezonería, y con tan sólo la ayuda de su bastón, estuvo conmigo en mi segundo parto, aguantando las horas en la sala de dilatación, que no fueron pocas; entró en el paritorio y vio nacer a su segundo nieto, Pollito, mi Rubiazo, me besó con orgullo de padre, de abuelo, y de doctor ginecólogo y obstetra, y se pasó casi 24 horas después recuperándose de la fuerte emoción y sin poder mover un sólo músculo del grandísimo esfuerzo que había hecho. Y ese regalazo ya no nos lo quita nadie, ni a él ni a nosotros. Es por todo esto que, muy a mi pesar, el CÁNCER ha estado y está más que presente en mi maternidad. Estuvo antes, de manera premonitoria, y decidió retornar y quedarse por aquí cerca, y aquí sigue. Evidentemente, le debo poco bueno, porque lo odio con todas mis fuerzas. Sin embargo, y, por desgracia, gracias a él he madurado, he crecido, me he afianzado en mis convicciones, he aprendido a apreciar lo realmente importante, a valorar a quienes realmente valen la pena, a amar sin condiciones, a dejarme la piel en mis ilusiones y proyectos y, es por eso que, me bebo la vida cada día con ilusión y ganas e intento que ése sea el mensaje que llegue a mis hijos y a mis alumnos.Maternidad y CÁNCER jamás deberían ir de la mano. Jamás. De hecho, el CÁNCER no debería ir de la mano de nada ni de nadie. Pero mientras esté en mi vida y en la de los míos voy a hacer lo indecible para que no levante la cabeza orgulloso, para que cualquier pequeña victoria (ojalá sean nulas) le cueste sudor y muchas lágrimas, y para que, aunque lo intente con todas sus fuerzas, jamás nos quite las ganas de vivir, ni aún cuando soltemos nuestro último aliento o nuestro último suspiro.CON M DE MAMÁ, C de CÁNCER y L de Lágrimas y Liberación
La Maternidad de la A a la Z: C de Cáncer

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