Conocida por todos o casi todos como Pichu,
Me gusta perderme en tu mirada azul, limpia, pura, inocente, grande, mejor inmensa, intrigante y despierta. Me enamora tu sonrisa, a veces dulce y a veces pícara, pero siempre sana, sin maldad y sin dobles intenciones. Eres luz, DANIELA. Y es una suerte que proyectes esa luz sobre nosotros.
No llegas a los cuatro años y, sin embargo, tengo muchos motivos por los que admirarte. Uno de ellos es la memoria impresionante que tienes, casi fotográfica, diría yo, porque sorprende la manera en que con toda naturalidad nos cuentas algo que ocurrió hace mucho tiempo (en proporción a tu corta edad) o datos de esos de los que ni yo misma sería capaz de recordar. Y si hablamos de tu capacidad de crear, de tu inventiva, tu magia al jugar, me quedo corta si digo que eres la niñez hecha persona. ¡Y eso me hace sentirme plena y feliz!
Y si pienso en el AMOR con que miras, cuidas, proteges y mimas a tu hermano, entonces directamente se me derrite el corazón. Has cedido parte de tu espacio y protagonismo al Rubiazo sin más, porque sí, porque un buen día supiste que ibas a convertirte en hermana mayor y tuviste la valentía de aceptar ese papel a ciegas, con todos sus pros y sus contras, y por tu cuenta y riesgo hilaste una fina cuerda que te unió a tu hermano pequeño desde el momento en que te dimos la noticia. Es indescriptible el orgullo que siento al veros juntos, disfrutando de vuestra COMPLICIDAD sin límites.Gracias por hacerlo tan fácil, y también por hacernos aterrizar cuando reclamas nuestro cariño y atención en determinados momentos en los que, evidentemente, tu generosidad se frena para dar paso a la naturalidad de la relación fraternal, y aparece una pequeñísima muestra de celos, que más que celos es, eso, el grito de "¡pero no os olvidéis de mí!". Tranquila, pequeña, te aseguro que eso es imposible.
Me asombra cómo te emocionas con las pequeñas cosas que nos da la vida, con canciones, con situaciones, con determinados momentos... Y me hace sentir pequeña a tu lado que tengas la capacidad de exteriorizar a través de lágrimas esas emociones. Eres un alma pura. Y te admiro.Desde bien pequeña has sido observadora, y allá donde vas clavas tus inmensos ojos azules, sedientos de mundo, de aventuras y experiencias, y no pierdes detalle de lo que te rodea. Pagaría por saber a la velocidad que procesa todo tu cabecita, porque estoy convencida de que es casi, casi a la velocidad de la luz. Y luego, claro está, llegan las preguntas. Preguntas inocentes pero inquisitivas, sobre cualquier cosa de las que observas, sobre las cosas que oyes, cuando los adultos, que pecamos de idiotas cuando creemos que no os enteráis, hablamos de más, o simplemente de las cosas que te intrigan: desde qué animal es un pulpo, pasando por cómo funciona el ordenador hasta por qué nos morimos las personas cuando somo viejas. Y, ¿sabes? nunca se me ocurriría contestarte con un "porque sí/porque no"... Tú necesitas respuestas, necesitas saber para seguir absorbiendo vida, y no seremos nosotros quien te cortemos esas valientes alas que tienes, pequeña DANIELA.
El día que llegaste a nuestra vida, a mi vida, me hiciste la mujer más feliz del mundo porque ME HICISTE MADRE. Jamás olvidaré tu mirada profunda y llena de vida cuando te pusieron sobre mi pecho, jamás. La recuerdo vívida, como si acabará de suceder. Tampoco me será difícil recordar cómo se han clavado tus lindos ojos en los míos siempre, y cómo desde el minuto 1 de vida me has dicho tantísimas cosas con ellos. La complicidad que se fue tejiendo conforme tú crecías en mi útero se ha extendido hasta hoy como una tela de araña gigante, suave y fina, y a la vez resistente ante cualquier embestida inoportuna. La magia que creamos, casi sin querer, nada más te agarraste a mi útero con fuerza es el regalo más preciado que puedas haberme dado en esta vida.
Y yo sólo espero estar a la altura, no fallarte nunca y ser la madre que tú, mi dulce DANIELA, te mereces. Esa madre que te dará todo el amor, el cariño, la protección, el cuidado, el apoyo y el respeto que necesites para seguir creciendo feliz, segura de ti misma y de tus pasos, sensible, dulce, cariñosa, creativa y divertida hasta decir bastante, noble, inteligente, optimista, con los pies en la tierra y un brazo tocando el cielo... pero sobre todo, BUENA PERSONA. Esa madre que, con el corazón encogido, te verá volar del nido algún día orgullosa de tu majestuoso batir de alas y aplaudirá cada uno de tus movimientos.
Querida hija, deseo que la vida te trate bien, porque no te mereces más que bondades, y que todos los obstáculos que encuentres, que los encontrarás, sólo te sirvan para superarte, madurar y crecer. Yo siempre, siempre estaré a tu lado, en la sombra, discreta, esperando por si necesitas mi mano, pero sin entorpecer tu camino, pues, mal que me pese, tú serás quien tenga que tropezar para levantarse con más fuerza... Me tendrás siempre, orgullosa de verte superar cualquier dificultad, con o sin mi ayuda. Estaré SIEMPRE.
Mi pequeña Pichu, TE AMO.
TE ADORO.TE QUIERO.
TE ADMIRO.
GRACIAS POR CONVERTIRME EN MADRE.
HASTA LA LUNA Y VUELTA...
CON M DE MAMÁ y D de DANIELA