Que tarareaban tus palabras,
Al compás de caricias,
Que tanto necesitaba mi alma.
Y yo, pretendía murmurarte cariños,
Desde la prisión de los labios,
Que mojaban mis lágrimas saladas,
Liberando el aliento y un deseo,
Al contacto de tus besos.
Y el mundo se veía pequeño,
¿Lo recuerdas?
Describiendo a su lado la fortuna,
De vivir como en un sueño,
La fantasía compartida,
De poder volar lejos, sin movernos.
Ámame...me decías,
Más allá de la vida,
Florece conmigo en cada primavera,
Deja que tu corazón se funda
Y que reviva.
Vuelve a mi,
Cuando la existencia,
Ya no corra por mis venas.
¡Grita! Si mi morada,
Ya no ocupara tu mismo cielo,
Búscame en la brisa fresca
De una mañana que insista
En rozar tu cabello.
Cierra tus ojos...
Escucha la melodía
Con la que aprendiste a sanar
Cada una de tus heridas.
Y suspira... no me he ido