Revista Talentos
La Merienda (por Isa)
Publicado el 21 diciembre 2010 por ImperfectasDicen los médicos, homeópatas y terapeutas -en esto están todos de acuerdo- que es recomendable hacer cinco comidas al día, y aprovechan cualquier ocasión en la que una se halle debilitada por las circunstancias para prescribirlo sin ningún pudor. Como si el tener digestiones leves de comidas poco copiosas fuera la fórmula mágica que ha de curarte un cáncer, un problema de vaginismo, un despido reciente o un mal de amores.
Hace poco he estado embarazada y me aconsejaron desayunar, aperitivear, almorzar, merendar y cenar. Y yo, que soy de natural buen comer, apliqué el consejo con gusto. Reconozco que salvo la merienda, lo demás vengo practicandolo hace años para satisfacer mi gula y para mantener el culo hermosote. La única novedad era esa mini comida vespertina.
No merendaba desde niña, y tener que volver a hacerlo me hizo remontarme a la infancia. A las tardes de cola-cao y bizcochos, de sandwich de nocilla o de medianoche con foie gras viendo Barrio Sésamo. ¡Qué gran momento el de la merienda! Hacía que la tarde pareciera eterna... Uno se convierte en adulto de verdad cuando prescinde de la merienda y lo hace porque de repente la tarde pasa a ser un breve paréntesis entre el café de después de comer y la noche. Vamos, un par de horas... ¡y encima de curro! Como pa meriendas está uno...
La tarde, con su merienda, vuelve a cobrar importancia con la edad... Con la tercera, pa entendernos. Lo sé porque últimamente estoy siempre rodeada de señoras con su pelo ahuecado y teñido de peluquería, sus abrigos de piel y sus fulares de seda. Y es que desde deambulo por la vida empujando un carrito con bebé dentro y me he vuelto una radical antitabaco (como la mayoría de los ex fumadores), no me queda más remedio que frecuentar las cafeterías, esos híbridos a caballo entre el bar y el restaurante, esos templos del café con bayonesa, el té con tarta de queso y arándanos, el chocolate con churros... Lo dejo que ya estoy salivando.
Y es que, chicos, me he vuelto fan de las meriendas. Desde aquí os lo digo: hay que reivindicar la merienda para los adultos en edad laboral. No se puede privar a los trabajadores de un tentempié reposado a media tarde. La población activa se merece merendar como Dios manda...
"Vale -pensaréis- si es que todo se pega y de tanto estar en compañía de abuelas, esta tía está medio chocha..." Pero no, no es chochez, que yo sé que cuando llegue ese lunes prodigioso en que me vea merendando será porque por fin he vuelto a tener tardes.