“...era una mujer menuda de grandes ojos negros, nariz recta con la punta levantada de chanchita, lo que le daba un toque de niña traviesa, una boca japonesa pequeña formada por labios carnosos y comestibles, dos pechos voluptuosos y unas piernas duras que portaban un culo cubano nacido en la zona sur del gran Buenos Aires que cuando se veía subido a un par de tacos agujas (¿el Gran Buenos Aires se subía?) de doce centímetros (¿los midió?) lograban despertar a los muertos del cementerio de Bernal, la localidad donde había nacido.”
Este ejemplo, con las correcciones que me atreví a practicar, sirven de muestra para hacernos una idea del ritmo y contenido de una novela muy cruda, casi un borrador, con dificultades de avance debido a tediosas citas y descripciones circulares, redundantes y ociosas. Fito utiliza el sarcasmo para caricaturizar a uno de sus personajes, la crítica de cine que, sin embargo, es de lo más atinada a la hora de describir sus películas y que bien podrían aplicarse a La puta diabla: “El autor no podrá determinar si el filme es una recopilación de escenas de una antropología personal sobre Buenos Aires (...) u otro de sus delirios pasionales en forma de melodrama (...) en todo caso pierde efectividad, sobre todo cuando intenta descontextualizar la época de una manera tan demodé”.
2013