Revista Talentos

La mudanza

Publicado el 29 septiembre 2019 por Aidadelpozo

Uno de los puntos buenos que posee Facebook es que puedes pedir la admisión en grupos temáticos y pertenecer a decenas de ellos que comparten tus mismos gustos y aficiones. En mi caso, estoy en varios de carácter literario. Esta semana "Panorama Indie" nos invitó a participar en un divertido reto. Se elegían dos números del 1 al 33 y debías escribir un relato de no más de 400 palabras. Uno de los números definía una característica de un personaje y el otro, un hecho que acontecía en el relato. Acto seguido, el administrador te descubría en privado qué característica debía tener el personaje y qué situación te había tocado. En mi caso, en el #panoramareto1 fueron "creativo" y "mudanza". Aquí os dejo el relato que escribí. Espero que os guste.

"Paquita, mi mujer, afirmaba que nunca fui un hombre creativo. Siempre me echó en cara mi mediocridad. Los hombres creativos son emprendedores, hábiles e ingeniosos. Yo, según Paquita, era la antítesis de la ambición y ni siquiera podía comprar unos zapatos que combinaran con mi traje sin que ella me aconsejara al respecto. En cuanto al sexo, me menospreciaba del mismo modo y continuamente me amenazaba con buscar a otro que se lo hiciera mejor. Cómo he llegado a aborrecer a mi mujer cuando me mira con tanto desprecio. Es abrir la boca y echarme en cara algo.
Hace meses decidió que nos teníamos que mudar de casa. Ella eligió el barrio y decidió que debíamos vivir en un chalé unifamiliar. Toda la vida hipotecado, pero no quise abrir la boca. Total, no me hubiera servido de nada. Un cero a la izquierda tiene más valor que yo para Paquita.
En marzo aproveché la mudanza para ser quien ella deseaba que fuera: un tipo creativo. Una urbanización nueva, lejos del centro y sin apenas vecinos que nos molestaran. Sin nadie que nos conociera, en definitiva.
Usé parte del garaje para diseñar la habitación y yo solo la construí. A prueba de fugas y totalmente insonorizada. En julio ya estaba terminada. Dije a Paquita que sería un cuarto para hacer bricolaje y guardar la herramienta. Como no le interesaba el tema, me dejó solo y nunca bajó a cotillear. Cuando acabé de equipar la habitación para lo que planeaba, decidí premiarme con un buen polvo. Lo hice con tantas ganas y estaba tan entusiasmado, que hasta creo que me transformé en un chaval de dieciocho. Paquita no salió de su asombro y hasta me pidió que repitiéramos. Después cenamos en casa. Yo mismo preparé la cena. Cuando el narcótico hizo su efecto, metí a Paqui en la habitación y la encadené como a un perrito. De aquella noche han pasado dos meses ya.
Cada día la castigo de un modo distinto. Cumplir este sueño solo podría haberlo hecho en un lugar como este, ya que nadie sabe de nuestras vidas. Aquí puede que no te cruces con un vecino en semanas.
Me alegro de haberme dejado guiar por mi esposa para comprar la casa, pero más contento estoy porque al fin mi Paqui ha conseguido sacar de mí esta parte creativa que yo desconocía poseer. Sin embargo, cuando entro en la habitación, me mira como si deseara que volviese a ser el marido vulgar que era antes. No hay quien la entienda".

LA MUDANZA

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