Revista Diario

La mujer

Publicado el 27 agosto 2010 por Keikopura



La Mujer
La mujer

Hoy es un día lluvioso, lluvias torrenciales, fuertes vientos y un frio que cala los huesos. El flujo constante de agua tapa las alcantarillas, lo que produce inundaciones. Para mí estos días son especiales pues disfruto observando caer torrencialmente el aguacero y cómo éste golpea los cristales de las ventanas. El ruido que producen las latas del techo al golpear con fuerza la lluvia me produce un regocijo que no tiene parangón. Siempre he deseado que todos los días fuesen así. Pero la razón más profunda del placer que siento es, que producto de este mal tiempo, no veo a ningún ser humano caminando por las calles, esta situación me tranquiliza, excepto, una que otra persona luchando por no mojarse, saltando pozas de agua o a veces cayendo en ellas, autos averiados producto de que se les ha mojado el motor por la profundidad de las posas de agua.Hoy desperté sobresaltado, son las 2:31 hrs de la madrugada. Regularmente despierto de ese modo. Es como si un hipnotizador me hubiese dormido con sus poderes sobrenaturales y de pronto con un chasquido de sus dedos me despertase abruptamente y al tratar de levantarme, desorientado, tratando de entender la realidad, llegase a la convicción de que es un día más de la pesadilla que estoy viviendo. Me levanto con una sensación de odio contra todo el mundo, incluso contra mi familia. Hoy día no tengo deseos de ver ni conversar con nadie. Todas las personas me parecen desagradables, feas, repugnantes. Detesto su forma de caminar, de hablar, de mirar, de reír, pero, precisamente, esa risa es la que más aborrezco, me da la sensación de que se están riendo de mí, de mi aspecto, y más las odio. Hay momentos en que quisiera atacar y aniquilar todo lo que encuentro a mi paso; personas, autos, oficinas, letreros, devastar todo, pulverizarlo. No sé qué podría lograr con esa actitud, quizá desahogarme de la furia y resentimiento que llevo dentro y que me corroe. A veces me imagino viviendo solo, en una pieza pequeña sin ventanas, sin luz y terminar encerrado el resto de mi vida como un ermitaño, sin ver ni escuchar a nadie, sin tener necesidades físicas ni materiales, viviendo casi como un asceta. Es un proyecto que tengo desde hace muchos años, el cual veo como mi única salvación, y no pierdo la esperanza de llevarlo a cabo. También, y hablando del mismo tema, y como una alternativa a lo anterior, deseo a veces estar en una cárcel, en una celda, solo, sin relacionarme con el resto de los presidiarios. Tal vez como esperando la ejecución de la sentencia y preparándome para llegar al cadalso que ponga fin a mi existencia y por fin poder vivir. Solamente relacionarme con los guardias a los cuales vería solamente en el momento que me traen la comida. Pero ese proyecto lo veo poco probable pues la única manera de llegar a esa situación es haber cometido un delito grave. No creo que yo sea capaz de atacar a alguna persona y hacerle daño o provocarle la muerte a alguien, por el momento. Me veo también, a futuro, tirado en una esquina bajo un techo, o bajo de un puente, a la intemperie totalmente alcoholizadoMe encierro en el dormitorio, cierro las cortinas e intento dormir, persiste esa sensación de odio y rabia contra todo el mundo. Me cubro completamente con la ropa de cama. Intento centrar mi mente en un tema en qué pensar, pero no lo logro. Por mi mente transcurren un flujo de pensamientos e ideas confusas, pasajes de mi niñez, momentos tristes, mis estudios, mi familia, mis hijos, mi futuro. Pero todas son imágenes truncadas, como cuando hacemos zapping en la televisión, por ejemplo. Como si estuviese en un laberinto intentado encontrar una salida y cada vez que creo haberla encontrado, más se esfuma, y vuelvo nuevamente desde cero a intentarlo como si fuese un ciclo interminable, un buclé. Me ha sucedido en varias oportunidades que, estando en completo silencio, de madrugada, creo que ya les dije que padezco de insomnio, escucho un grito que pronuncia mi nombre; “! José Antonio!”. Me dirijo hacia los dormitorios con el propósito de averiguar si alguien de mi familia me ha llamado pero, después de observar los cuartos de mis hijos y el dormitorio matrimonial me percato de que están todos durmiendo. El grito no solamente lo escucho cuando estoy en mi casa, sino que también, a veces, cuando voy solo caminando por la calle. Me es difícil explicar cómo percibo esta llamada, no sé si es real, o si solamente es en mi oído, en mi mente o sencillamente, es mi imaginación, que probablemente es lo mismo que decir que lo escucho en mi mente.Esta llamada es una voz de mujer; pero no es mi esposa; mi hija o algún familiar. De hecho advierto, extrañamente en mi mente, la imagen de la persona que me llama constantemente y es siempre la misma. Una mujer de aproximadamente unos treinta y dos años, de tez blanca, alta, de una estatura aproximada de un metro y setenta centímetros, su cuerpo es bastante voluminoso, pero no obesa. Me ha sucedido muchas veces (cuando he tenido que salir a realizar algún trámite sólo) que, yendo por una calle solitaria siento unos pasos que se aproximan a mis espaldas. Sigo caminando pero en ciertos momentos tengo la sensación de que esos pasos son cada vez más rápidos. Me volteo para observar quien viene, es ella, la misma del grito, la misma que acabo de describir, o eso creo. Continúo caminando, nuevamente siento que se acerca, con rapidez, experimento la terrorífica sensación de que en cualquier momento recibiré una puñalada en mi espalda. En ese momento percibo un fuerte temblor en mis brazos y en mis piernas, comienzo a sentir un fuerte dolor de cabeza. Ya más preocupado miro hacia atrás con miedo para mirarla directamente a la cara, pero no está, no hay nadie a mis espaldas. Observo a mí alrededor, pero no la veo. Pienso que pudo haber entrado en alguna casa, o probablemente estará detrás de una esquina. Desapareció misteriosamente.No puedo negar que esta situación me tiene intranquilo, máxime cuando me está ocurriendo con más frecuencia. El mismo grito, la misma mujer, siento (por sus pasos rápidos) que se acerca, cuando ya siento el ataque, el cual siempre se me ocurre que es con un puñal, miro hacia atrás y no está. Es una situación tan real, que me tiene preocupado



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