La mujer que caminaba entre universos

Publicado el 19 septiembre 2016 por Richardmcfly

Imagen obtenida de http://theendofthedark.blogspot.com.es/


Era una vía de tren rodeada de luces, o más bien una recta inmensa sin un final visible. El horizonte se deformaba a medida que aceleraba, y aceleraba... Sentía que el cerebro se contraía dentro del cráneo, una sensación realmente desagradable que estuvo a punto de dejarla inconsciente.

Al final un estruendo que parecía provenir de las costuras del propio tiempo hizo que todo su cuerpo vibrase, se estremeciese durante varios segundos.
Las luces centellearon, una tras otra. Incontables puntos que dibujaban rectas sobre su cabeza, bajo sus pies..., rodeándola completamente a través de un túnel que parecía controlar ella misma, pero que al mismo tiempo escapaba a su comprensión.

Entonces todo se apagó y el frío se apoderó de su cuerpo. Temblaba, encorvada sobre sí misma en la oscuridad de un lugar que a pesar de todo le resultaba familiar.

A tientas deslizó su mano a través de la pared, una superficie áspera y fría al tacto. Al hacerlo le resultó más fácil erguirse, aunque las piernas parecían llevar años en desuso, como si la gravedad quisiese con todas sus fuerzas devolverla de nuevo al suelo.

Encendió la luz y creyó haber sido víctima de una alucinación o de algún sueño soberanamente realista que la hubiese llevado de la cama al suelo. Era su habitación, no había duda, pero..., pero quizá todo estuviese del revés. Como si los objetos se hubieran descolocado durante la noche, aunque lo que más la asustó fue ver que alguien, fuese quien fuese, estaba durmiendo sobre su cama.

Todo se volvió más confuso cuando se acercó al intruso, su cara no podía ser real, él no podía estar allí... Su hermano respiraba profundamente, dejando que los pulmones se llenasen despacio, algo antagónico a la imagen que tenía de él, rodeado de tubos, cables y máquinas frías.

-Hola..., -se frotó los ojos durante un instante- ¿que haces despierta?

Se quedó de piedra, las palabras se atragantaron en algún lugar del vacío interpuesto en su tráquea, enredándose en las cuerdas vocales como si fuesen plomo.

-¿Estás preocupada por lo de ayer?, sabes que he pasado una mala racha pero se me pasará...

Estaba tan vivo que tuvo que cerciorarse de ello abrazándolo con fuerza, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas fugazmente. Las hizo desaparecer como pudo antes de separarse.

-Madre mía, estás mal de la cabeza o algo... ¡Casi me ahogas!

-Perdón, es que..., he tenido una pesadilla.

-Desde que cambiamos de habitación siempre las tienes. Igual deberíamos volver a intercambiarlas. Ahora duerme anda.

-Vale...

Caminó hacia el pasillo temblando, sin fuerza en las piernas y el corazón extremadamente acelerado. Todo en su cabeza daba vueltas, todos los recuerdos formando una centrifugadora mareante que casi le impide llegar hasta la habitación de su hermano, o la suya, ya no lo sabía.


Lo que la esperaba era peor, más extraño que todo lo anterior, o quizá aunque en aquel momento no lo entendiese, todo cobrase sentido de pronto. 
Pudo verse a sí misma sobre la cama, durmiendo con el pelo, más largo de lo normal, recorriendo su espalda. Con la boca entreabierta, ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. 

Sin duda aquella no era su casa, ni era su lugar, ni su vida... Todo pertenecía a aquella chica dormida tan parecida a ella, una calcomanía creada en otro espacio temporal diferente. Las preguntas eran infinitas, tantas como estrellas podía ver a través de la ventana abierta...

Entonces volvió a sentirlo, una corriente eléctrica en la espalda, un escalofrío repentino. La habitación desapareció y pudo ver bajo sus pies la casa desde arriba, en una fracción de segundo. Posteriormente llegaron las luces, centelleando una tras otra, atravesando el tiempo y el espacio a una velocidad incalculable. Centelleando y evaporándose a su espalda, muriendo tras el telón, tras el horizonte de sucesos.