En la página web de la revista británica New Scientist, Linda Geddes escribió un artículo irónicamente titulado “Fathers aren't dispensable just yet” (“Los padres no son desechables todavía”), en el cual comenta sobre las recientes investigaciones hechas sobre las implicaciones biológicas de la paternidad. Estás investigaciones muestran evidencia bioquímica en ratones y en gente que sugiere que los padres pudieran jugar un rol clave en la crianza de sus hijos.
Varios estudios ya han indicado los efectos sociológicos y sicológicos de la carencia del padre en niñas y niños. Las niñas alcanzan la pubertad más temprano, se vuelven sexualmente activas más temprano y son más propensas a quedar embarazadas en su adolescencia si el padre ha estado ausente (Mairi Macleod, “Why are girls growing up so fast?”). Otros estudios sugieren que los hijos de padres ausentes muestran una menor capacidad de intimidad y autoestima.
Pero estudios recientes están indicando que la carencia de padre tiene también implicaciones fisiológicas. Gabriella Gobbi del Centro de Salud de la Universidad de McGill en Montreal, estudió los ratones de California, una especie en la cual ambos padres crían a su progenie juntos. Su colega Francis Bambico presentó sus hallazgos en el Congreso Mundial de Psiquiatría Biológica en París, Francia, en julio de este año.
Los investigadores removieron a los padres de algunos de las crías de ratón, y observaron la actividad de células cerebrales en la corteza prefrontal, un área relacionada con la interacción social y la expresión de la personalidad. Las células en las crías privadas de padres tenían una baja respuesta a la hormona oxitocina, la cual es normalmente liberada durante las interacciones sociales y el establecimiento de vínculos. Como resultado de esto, los ratones sin padre estaban menos interesados en relacionarse con otros ratones. "Usualmente si uno pone dos animales en la misma jaula ellos se investigan y se tocan el uno al otro, pero cuando ponemos juntos dos animales privados de padre ellos se ignoraban el uno al otro”, dice Gobbi.
Estos hallazgos no son los únicos que apuntan a la previamente negada naturaleza biológica de la paternidad. Hay evidencia de que cuando los hombres se convierten en padres pasan por cambios bioquímicos que afectan su comportamiento. Ruth Feldman de la Universidad Bar-Ilan en Ramat-Gan, Israel, estudió 80 parejas, y encontró que la transición a la paternidad estaba asociada con incrementos en la oxitocina tanto en las madres como en los padres.
Feldman también encontró que la oxitocina tiene efectos diferentes en cada sexo. En las madres, niveles altos de la hormona causaba que ellas estuviesen más involucradas en contemplar al infante, en tocarlo afectuosamente y en hablarles cantando. Los padres con alta oxitocina jugaban más con el niño, el cual en respuesta les demostraban más apego.
"Padres y madres contribuyen en una forma muy específica y diferente" al desarrollo social y emocional del infante, dice Feldman.