Acabo de ver "#BigBrother" en la lista de TT, en Twitter. Lo sospeché pero no quise acabar de creerlo hasta revisar. Y sí: ha vuelto. Yo no tengo televisión; cuando digo que "veo tele", me refiero a programas o películas que veo en la computadora, en línea; como además trato con poca gente, no creo que el gran hermano vaya a entrar a mi vida, pero su regreso es para pensar.
No digo que sea terrible, pero si me parece sintomático de la descompostura en la que vivimos. Debo decir que en su primera edición, me entusiasmó mucho la idea; aunque nunca me defino como psicóloga, por algo estudié psicología: tener a más de diez desconocidos reunidos para ver qué pasa, me llama. Pero la televisión mexicana puede echar a perder cualquier idea. El caso es que tenerlo de nuevo, más de diez años después, me hizo preguntarme, ¿de verdad necesitamos esto? Y me contesté: "sí". En un país donde la autoridad está claramente implicada en la desaparición de decenas de estudiantes, se requieren esta clase de entretenimientos.
Silvia Parque