Revista Diario

La nena y mi primera cagada

Publicado el 08 abril 2014 por Kaktus

Al final, me convencieron. Les cuento: a mi Nena, en torno a Navidad, le crecían los rizos que era un gozo. Cuando volvimos a Addis, mi Santan Infancia (incluyendo las trabajadoras, que a veces se comportan como niños de preescolar), lejos de admirar mis logros, se limitó a señalar “los pelillos del final de la frente todavía le salen bastante finos. Tienes que raparla”. Y así, empezaron a dar el coñazo todos a una: que si luego le saldría un pelazo; que si total de cara es linda, qué más da si la rapas; que ella es etíope y a los etíopes se les rapa… Al final, accedí. “No te preocupes”, me tranquilizaron, “nos la llevamos a casa y tú ven en veinte minutos”.

Tengo que decir que la Nena no sufrió. Mientras una cocinera la rapaba, una niña le sujetaba la cabecita y otra le hacía carantoñas y chorradas. Cuando llegué, al cabo de veinte minutos, los rizos de la Nena estaban esparcidos por el suelo de nuestro salón. Tengo que reconocer que la habían pelado con gran habilidad, y sin hacerle ni un rasguño.

Estaba horrenda. Parecía E.T. Un marciano raro que me sonreía mientras jugaba con sus propios rizos cortados, como los cocodrilos de la granja de Arba Minch, que se comen las pezuñas y las cabezas de sus congéneres muertos. Y allí lo ví con claridad meridiana: primera cagada. Pobre nena. Parecía uno de esos niños madrileños que huían hacia Madrid al comienzo de la guerra civil, y que retrata Antonio Muñoz Molina en el libro que me estoy leyendo estos días. Daba una penica… (los niños de la guerra de Madrid y mi Nena).

Para consolarme, la Santa Infancia me ha enseñado a ponerle pañuelos en la cabeza. Para consolarme, y para que les perdone. Porque saben que se han aprovechado de mi debilidad de carácter para experimentar con mi Nena. Desde que llegó, se lo pasan bomba con ella. Han decidido por su cuenta y riesgo que la Nena tiene que seguir el modelo de crianza etíope, y en cuanto se la dejo más de diez minutos, me la devuelven oliendo a berberé, o a punto de la asfixia con granos de kolo, o tarareando Sora Sora, que es una canción tradicional que machaca los nervios que es un dolor. Al nuevo corte de pelo le ven como principal ventaja que ahora la Nena sí parece uno de ellos. Uno de los pobres, se entiende.

Será un milagro si la Nena sobrevive a su grupo étnico y social.


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