La niña sin voz.

Su mirada vestía destellos
Con matices color cielo.
No le temía a una vida,
Que conservada un puñado
De sus propios secretos.
Caminaba con pasitos de algodón
Y aunque lloró,
Varias veces el silencio,
Aprendió que debía esperar junto al tiempo
Curando poco a poco el dolor,
Que la obligaba a gritar por dentro.
Matando rencores
Que cubrían su alma

Con cenizas de un polvo negro.

Al que llamaría destino
Donde descubrió

Que la belleza todo lo bonito.

Sin cuestionar la historia
Que había dejado desnudo
Los sonidos en su boca,
Cantaba melodías
Que murmuraban palabras
A un corazón sabor caramelo.

Donde nunca supo el significado
De lo que para otros era,

Amar menos...
Nunca quiso ocultar cariños
Bajo la sombra de una voz
Y creyendo en ella misma
Le enseñó al mundo entero
Que con tres de sus dedos

También sabía decir..."Te Quiero".