Hay una exigua luz que va animosa
en la ajada nobleza del vencido
como crepúsculo que elude el sueño
empeñado en blanquear cada rincón
de noche negra y de memoria frágil
para qué nunca sepas con certeza
para qué siempre albergues el recelo
y que su duelo te lleve por vida
a no saber jamás si fue tu gloria
ganada en realidad por derecho
o tal vez solo me dejé perder.