En las noches de insomnio me acosan las letras y no tengo más remedio que jugar a darles vida.
Tan solo escucho caer unas gotas de lluvia en mi ventana.
¡Benditas sean!
La noche, las letras y yo...
Hay un halo de misterio que me atrapa. Mis miedos e inseguridades se cobijan al amparo de mi edredón de tulipanes, poniendo una nota de color a la negra noche.
El silencio me trae calma.
Pero no hay manera de que mis ojos se cierren.
Verás mañana que cara y cuerpo voy a tener...
Pero aún así, este juego entre las letras y yo me resulta apasionante.
Vienen a mi memoria retazos de mi vida.
El pasado siempre nos acecha y acompaña.
Pero mira tú, que yo estoy ahora muy centrada en vivir mi presente.
La gente duerme.
Mañana será un nuevo día, con la posibilidad de vivir, y eso ya tiene un aliciente.
El tiempo corre y yo con él.
Una carrera veloz, impetuosa, que no hay quien la pare.
Pedacitos de ilusión bailan a mi alrededor y quiero atraparlos con mis manos.
Sigue lloviendo.
Parece qué con más intensidad por el ruido.
Me asomo a la ventana y el asfalto brilla con las gotas de agua y la luz de las farolas.
Pura fantasía para mi alma inquieta.
La noche, las letras, la lluvia y yo...
En unas horas, se desperezará la vida por las calles.
Gente que coge el autobús, o el coche, para ir a trabajar; niños que van al colegio, perros acompañados de sus dueños que hacen su primera salida...
Y yo, sin apenas haber podido cerrar los ojos.
Revolotean las traviesas letras a mi alrededor, juguetonas, atrevidas...
Me tienen prisionera.
¡Pobre de mi!
Y vosotros durmiendo a pierna suelta.
Bueno, quizá al otro lado del charco, no.
Ya voy notando mis párpados cansados.
Voy a hacer un último intento por cerrarlos.
A las buenas noches queridos amigos.