Revista Literatura

La noche

Publicado el 26 enero 2012 por Garlakat @garlakat
El párvuloLa nocheLava sus dientes y juega infantilmentecon la crema dentro de su boca… Lo invade el recuerdo de su padre, despliega ensu cabecita el último día que lo vio: fue en el auditorio del colegio… Actuabaen la obra de teatro escolar, y el adulto, desde uno de los asientos de atrás,le aportaba ánimo. Montado en ese escenario sentía vencer los miedos junto a suhéroe paternal… Caridad, entra al cuarto y lo sorprende en las nebulosas y, concarácter maternal, lo apura, lo conduce hasta la cama y lo cobija para untarleun beso en la frente. Ella se levanta y el párvulo ruega: “Mamá, ¡por favor!,no apagues la luz”. Ella curva los labios en un verso de amor: “Hijito, sóloson unas horas en mi trabajo… Hoy, prometo regresar antes de las 3…”. Se devuelvepara robarle afectos…, calorcito para las madrugadoras calles.  
En la franja sombría…La noche…Contento por la compañía, se relame entre unsúper helado de chocolate que saborea entre carcajadas; sin aviso, salecorriendo de la heladería como un loquito y detrás de él se escuchan gritospara que se detenga, pues los vehículos en esa avenida circulan a granvelocidad… El que viene a la zaga lo alcanza y, con sus fuertes manos, lo levantapor detrás como un fideo y, en ese juego, el travieso se resiste perdiendo labatalla. Ya en el semáforo, cruzan la calle…, las pupilas verde mar delchiquillo brotan de sus órbitas al distinguir que un camión no ha parado en elalto y… ¡Plof!... ¡Ummmummmummm!, despierta entre unalarido ¡ayyy! En las pueriles gotasde sudor, advierte que fue sólo una pesadilla y se levanta a buscar un poco deagua: “… Así se curan esas malucas”,le aconsejaba siempre su padre…
Del hadoLa nocheYa es media madrugada, flota en las calles elvidrioso viento vestido de oscura capa y sombrero, y avanza lentamente entrelas caducas hojas de los encrespados árboles. Mientras, en la iluminadahabitación el zumbido de cinco moscas fastidia a Dieguito, trayéndolo aempujones de vuelta al despertar. Como un pulpo boxeador, semidormido, lanzamanotazos para todos lados, fracasando en la misión de derribar a esosinsectos. Una prófuga risa en el exterior atrae por completo su inocenteatención; se levanta y advierte que su madre aún no ha llegado, detalla elgigantesco reloj en el salón: 2:50…, arrastra sus blancos piecitos hasta lasala y ese carcajeo detrás de la puerta se interrumpe para sonar: “¡Toc-toc…!”. En la curiosidad se va aasomar por la ventana, se arrepiente y, presumiendo que es su madre, abre lapuerta y, ¡quien llamaba!..., era el destino que venía por él.
Minificciones 150 palabras.

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