La noche en la noche queda sola al amparo de esos que no siguen las reglas. Y sus largas calles, ahora con vagos y aventureros, olvidados y desterrados, cuentan anécdotas sin testigos y gritan muchos silencios.
Esos que cuadra a cuadra exhalan otra poca de vida, otro poco de humo, salen en grupitos de a uno y recorren el surco de siempre, cegando sus luces a conciencia.
A veces hombres pero siempre niños, juegan una vez más a controlar lo nocturno. Entre promesas y deseos, eligen creer que no siempre les toca la mejor parte del péndulo. Y creen en el péndulo, dando una pitada más para escapar. Y creen que hoy les toca, caminan una calle más.