La noche se pone tu piel,
los adoquines hacen ruido en mi memoria,
los carros buscan a Dios en la madrugada
se imaginan el pan que nunca es
y la inocencia se ríe en los ojos de un niño.
De pronto las cavilaciones de lo etéreo se hacen vuelo en el pecho
se hacen tuyas las preguntas,
se hacen dolor en la lejanía.
Pienso en vos, sueño en vos, te adivino recogiendo tu rostro en esa imagen vieja
que lloro cada noche de lluvia,
te despierto del sol y la avenida
del vestido que anoche te regalaste en mi pecho
de las madrugadas de ilusiones repartidas,
te despierto y me despierto y me maldigo y me sueño,
y cierro con fuerzas los puños estériles de ser,
te acaricio en la reverberación de tu pasado,
nunca fuiste vos, siempre vibraste en la ilusión,
te sigo viendo cruzar la noche
y desaparecer a las seis de la mañana
y mañana aparecer de nuevo bajo tus sombreritos de tela
y estirar las manos llenas de penas y ese perfume a nunca
que brotaba al lavártelas,
te despierto y me despierto y me maldigo
y me sueño y cierro con fuerzas los puños estériles de ser.