No pocas veces se me pregunta acerca de dónde me surge mi espíritu aventurero. Yo lo tengo claro: en la herencia recibida de mis ancestros. Si mi abuelo Benito era aquel arriero que, con su carro, recorría los caminos de Castilla y Aragón, mi padre (su hijo) debió de inculcarme algo cuando quiso ser paracaidista allá por 1950 haciendo la Mili y cuando ya se había inscrito, la familia movió los hilos para que se perdiera semejante inscripción.
Por eso cuando piloté la avioneta me acordé tanto de él y por eso cuando he tenido ocasión de saltar en paracaídas me ha entrado la tentación que se ha quedado en mieditis. Ya pueden decir que no pasa nada, que saltas cogido de la mano de un profesional y bla bla bla pero es que... el Albertito no tiene el coraje del señor Julio.
En fin, el caso es que el que mi padre pudiera asistir a la exhibición paracaidística que el pasado viernes, en el marco de la fiesta de la Virgen de los Milagros de Agreda tuvo lugar, fuera para él todo un ejercicio de nostalgia. A sus casi 86 años disfrutó como nadie contemplando las acrobacias y hablando incluso con sus protagonistas. Cómo no compartir algo tan especial para él. Tanto que hasta conocían a aquel capitán Leonardo que se ocupó de frustrar la carrera aérea de mi padre. Qué cosas.
La EADA es una de las unidades más operativas del Ejército del Aire, y posiblemente la más versátil. Su lema es ‘Obviam primus’ frase en latín que significa Los primeros en llegar, dada la capacidad de esta unidad de desplegarse rápidamente en cualquier lugar a vanguardia y asegurar la llegada del resto de unidades del ejército.
Es una unidad del Ejército del Aire español que se encuentra localizada en la Base Aérea de Zaragoza.
La misión fundamental del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA), que refleja su vocación expedicionaria y capacidad de rápida respuesta, es la de apoyar en la defensa, despliegue y mantenimiento de las condiciones de operación de las Unidades Aéreas y, en su caso, de las Unidades de Fuerzas Aéreas asignadas a las Fuerzas de Reacción de la OTAN.
Un día de fiesta para mi padre. Mientras su hijo cumplía taitantos años, él lo celebraba con algo tan sencillo como disfrutar de esa actividad.
Me gustaría dar las gracias a quienes lo hicieron posible, a quienes ayudaron a que mi padre, aunque por poco rato, fuera feliz, él que tanto ha trabajado y se ha esforzado por mí.