Eran las diez cuando Maria comenzó a prepararse para ir al altar. Su vestido blanco habia quedado colgado la noche anterior esperando la explendorosa mañana. Como en un rito ancestral, fue vistiendo su cuerpo desnudo, de ilusiones nuevas y sueños por alcanzar.
Le parecia a ella que sus preciosos zapatos hechos exclusivamente para la ocasión, le iban a llevar lejos donde la felicidad se esconde.
En silencio, se miró en el espejo y apenas se reconoció.¡¡ Estaba tan bella!!
Ya en el pasillo de la iglesia, su corazón latia tan fuerte que le hacia daño, como presagiando que el dolor y el amor casi siempre van unidos.
Solo cuando se encontró con la mirada de él, comprendió que la primavera de la vida habia llegado a su encuentro, y se dejó llevar apretando fuertemente la mano de su amado.