La nubia Asuán, el poblado mágico, la represa

Publicado el 12 abril 2016 por Ptolomeo1

La más sureña de las ciudades egipcias exhala un encanto difícil de describir. El río Nilo refleja la arena del Sahara y del desierto oriental, huele a exotismo soleado y la población mantiene hermosos rasgos de color café, matizados en algunos casos por extraños ojos ambarinos.

Los nubios habitaban la parte sur de Egipto y el norte de Sudán. El centro de la antigua Asuán era la isla Elefantina donde se erigía el santuario del dios Kilmun, quien tenía a su cargo el control de la crecida de las aguas del Nilo; en su pequeña superficie se encuentran las tumbas de los príncipes de la época. Hasta la costa llega el delicioso aroma de los jardines botánicos de la isla Kitchener, fundados por el general homónimo.

Desde el muelle donde atraca el crucero el hotel Old Cataract en el que se alojaba la célebre escritora Agatha Christie, resulta un marco de lujo para la ciudad. Las pequeñas barcas que transportan al viajero entre las islas se mecen con la brisa refrescante del río: son las falúas o falucas a las que nos conduce Mohamed para que avistemos el monasterio de San Simeón que data del siglo VII y el mausoleo del Aga Khan, actualmente cerrado al público.

El nubio que se encuentra a cargo de la falúa canta una canción de su tierra y me invita a bailar al son de su voz. Luego despliega cuidadosamente las artesanías que su pueblo ha elaborado desde tiempos inmemoriales y me entusiasmo adquiriendo recuerdos ante la mirada risueña de Mohamed, que nos incita al regateo. Me despido del barquero sientiendo que en otra vida he habitado entre estas islas y el río y no quiero irme, pero regresar siempre implica partir.

El poblado mágico

Entre las actividades optativas que se pueden llevar a cabo en Asuán se encuentra la visita al poblado nubio, al que se accede luego de navegar cerca de una hora en lancha mientras sopla la brisa fresca del río.

Desde la orilla un conjunto de peatones se desplazan entre los puestos de artesanías, tejidos y especias mientras circulan automóviles, caballos y dromedarios. Una hospitalaria casa nubia nos recibe en el patio fresco, circundado por las habitaciones impecables.

Degustamos té con menta, observamos a los cocodrilos enjaulados que aguardan la mayoría de edad para ser devueltos al río y contemplamos los productos que se exhiben para la venta, tradicionalmente elaborados por los nubios desde hace siglos. Mohamed me cuenta que se puede dar una vuelta en dromedario por el pueblo y acepto encantada, entonces me enseñan a mantener el torso hacia atrás mientras el cuadrúpedo se eleva sobre las patas traseras a fin de conservar el equilibrio.

Antes de partir acepto también la opción de tatuarme con henna a la manera nubia, entonces la destreza de la tatuadora dibuja una pulsera que engarza un ankh, la llave de la vida para los antiguos egipcios. Y concluyo que no hay símbolo más adecuado  para graficar estos instantes inolvidables.

La represa

La visita a la represa de Asuán se produce entre guardias armados y la prohibición de tomar fotografías, por ende sólo se pueden graficar los planos que se encuentran al inicio de esta obra monumental, que ha dado lugar al embalse más grande del mundo: el lago Nasser, que cubre 6.000 kilómetros cuadrados.

Entre los años 1898 y 1902 se construyó la primera de las obras tendientes a domar las temidas aguas del río Nilo. Cincuenta años más tarde la segunda represa se adunó a la anterior; se erige 111 metros por sobre el nivel del mar y provee de energía eléctrica a todo el país. A raíz de esta compleja ingeniería se originó el lago Nasser, donde hoy residen los cocodrilos que antes se deslizaban por el Nilo en una población que llega a los 4.000 ejemplares.

Como toda acción humana que irrumpe en un medio natural tuvo consecuencias que no se tuvieron en cuenta sobre el ambiente y los monumentos que quedaron bajo las aguas, que con los años se fueron recuperando por acción conjunta del gobierno egipcio y las organizaciones internacionales aunque algunos fueron trasladados a otros países como el templo de Debos, que se encuentra actualmente en Madrid.