imagen:Javier Diaz Canseco
Hace un par de días arrancó el año escolar. Los niños, como cada gestión, acudieron a las aulas entre entusiastas y remolones. Tal vez ellos no se han enterado, pero a partir de hoy regirá un nuevo currículo escolar, entre cuyas características, se cambiará el método de impartir la enseñanza, reemplazando el modo tradicional del maestro frente a la clase, por el “revolucionario” y “liberador” método de sentar a los alumnos en círculos y el maestro al centro, ya no como guía y autoridad sino más bien como coordinador integrado, persiguiendo la finalidad de “democratizar” la enseñanza. Si con el antiguo método, muchos alumnos faltan al respeto, imaginen lo que sucederá con el nuevo.Ahora bien, nadie objetaría que se lleven a efecto algunos cambios en los métodos pedagógicos si hubiera las condiciones y medios adecuados para los mismos. En primer lugar, -y esto es lo más grave-la nueva malla curricular no se consensuó con los maestros, ni mucho menos se los capacitó a profundidad para implantar estas reformas, a lo sumo se limitó a informar en líneas generales y recién se está procediendo a entregar los textos y otros materiales de apoyo. Las protestas de los maestros son la mejor muestra de que la desinformación campea. Y en un Gobierno que se jacta de “socializar” todas las reformas y leyes antes de aprobarlas, es por lo menos, irresponsable. Por otro lado, cómo se pretende cambiar la enseñanza si no se ha preparado previamente la infraestructura necesaria: la mayoría de las escuelas públicas presentan un estado calamitoso, con aulas mal acondicionadas, estrechas y sin el equipamiento respectivo. ¿Será que se procederá a sentar a los niños en el piso, con un viejo sabio narrándoles “conocimientos” como que las piedras tienen sexo? No, no es broma, el ministro de Educación dijo: “Lo que se hará es establecer un mecanismo de coordinación para que el kallawaya vaya al colegio a apoyar al maestro”. ¿Usted sabe qué es un kallawaya? Un curandero espiritista, ni más ni menos.Asimismo, el nuevo currículo habla de otorgar bachillerato técnico y humanístico, como si fuera algo nuevo. Desde algún tiempo, ciertos colegios religiosos en convenio con el Estado tienen modalidad técnica para sus graduados. Al contrario, el Estado no tiene ni un sólo taller o aula técnica, mucho menos las herramientas para llevar adelante estas reformas. ¿Será que los alumnos aprenderán mirando diagramas de máquinas?Otro punto fuerte de esta nueva ley, hace hincapié en la enseñanza obligatoria de una lengua indígena. Ahora bien, hay denuncias de que en ciertas partes del oriente, se pretende enseñar lenguas que casi nadie las habla, salvo en pequeñas comunidades y dentro sus ámbitos territoriales, muy alejadas de los centros urbanos, ¿qué utilidad tiene todo esto para la gente de la ciudad? Obsérvese que ni las lenguas mayoritarias como el quechua y el aimara tienen una gramática estándar, mucho menos se puede esperar de las otras lenguas. Para ilustrar este tremendo error de partida, expongo mi caso personal: tuve la suerte de aprender el quechua, -y estoy muy orgulloso de ello-en mi etapa escolar, por asimilación natural, no por obligación. Al día de hoy, ya no hablo con fluidez por la falta de práctica, pero lo entiendo perfectamente y cada vez que intento leer un texto se me hace dificultoso,-añadido porque el quecha tiene una sintaxis parecida a las lenguas germánicas- porque al no haber una norma ortográfica, cada autor escribe según su criterio. Si ese es el punto de partida, ¿cómo se pretende enseñar a los niños si no hay lineamientos uniformes y consensuados y, más grave aún, no hay suficientes profesores de lenguas indígenas?Revisando la nueva ley de educación, salta a la vista que es un mero alegato político-ideológico antes que una verdadera reforma pedagógica. Es terriblemente etnocéntrica, leyéndola uno creería que fue elaborada para una región autónoma, pero no, será de cumplimiento obligatorio en todo el país. En ningún momento hace alusión a la población mestiza y blanca, como si fueran invisibles, en una suerte de revanchismo histórico. He aquí, algunos artículos de la Ley Siñani-Pérez, que me llaman la atención, por la incongruencia, incompetencia y visión retrógrada con que fueron elaborados: “Es descolonizadora, liberadora, revolucionaria, anti-imperialista, despatriarcalizadora y transformadora de las estructuras económicas y sociales; orientada a la reafirmación cultural de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, las comunidades interculturales y afrobolivianas en la construcción del Estado Plurinacional y el Vivir Bien”.Veamos, pretenden desterrar ciertas concepciones heredadas de la colonia (descolonizaje), para reemplazarla por idearios y cosmovisiones indigenistas en todo el territorio, especialmente la visión andinocentrista, comenzando por decretar la iza de la wiphala y luego se jactan de que es un estado “plurinacional”, respetuoso y tolerante de otras culturas. ¿Liberadora, revolucionaria, antiimperialista? Suena al viejo cliché del agonizante régimen cubano. Como buen ejemplo de “despatriarcalizar”, han “sexuado” todas las leyes y documentos oficiales: “los bolivianos y bolivianas”, “los maestros y maestras”, y un cansino etc. Como si la gramática de la lengua española no fuera clara al respecto.“Es laica, pluralista y espiritual, reconoce y garantiza la libertad de conciencia y de fe y de la enseñanza de religión, así como la espiritualidad de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, fomenta el respeto y la convivencia mutua entre las personas con diversas opciones religiosas, sin imposición dogmática, y propiciando el diálogo interreligioso”.Totalmente de acuerdo con que no se debe enseñar ninguna religión en los colegios públicos, correspondiendo a cada familia tal elección, pero en cualquier caso, ¿por qué se pretende enseñar el culto de la Pachamama y otras creencias animistas?, nadie niega la influencia de las culturas indígenas, por lo tanto la intención es superflua. Todos los bolivianos estamos acostumbrados a las distintas manifestaciones espirituales, resultado del sincretismo cultural religioso que se viene produciendo de manera natural desde tiempos antiguos, tanto que muchas características como la ch’alla, k’oa, (ofrendas, invocaciones de buena suerte, etc.) se hacen de forma totalmente respetuosa, incluso en los estratos medios y altos de la sociedad. Pero como sucede en todas partes, la imposición acarrea resistencia y al final se produce el efecto contrario.“Es científica, técnica, tecnológica y artística, desarrollando los conocimientos y saberes desde la cosmovisión de las culturas indígena originaria campesinas, comunidades interculturales y afro bolivianas, en complementariedad con los saberes y conocimientos universales, para contribuir al desarrollo integral de la sociedad”.¡Por Dios, estamos en el siglo 21!, aquí se entiende la indignación de los maestros de que esta ley es retrógrada. Salta a la vista que se pretende anteponer una cosmovisión anclada en tiempos del Incario. Las nuevas generaciones, necesitan prioritariamente formación científica y tecnológica, es la única forma de salir de la pobreza, sin que ello signifique renegar de ciertas creencias. “Contribuir a la convivencia armónica y equilibrada del ser humano con la Madre Tierra, frente a toda acción depredadora, respetando y recuperando las diversas cosmovisiones y culturas”.Una vez más, un cliché ecológico que se repite hasta el cansancio y que lógicamente no se cumple en la práctica, mucho menos por los sectores sociales que apoyan al Gobierno, especialmente los colonos cocaleros, -a los que el Gobierno llama eufemísticamente “interculturales”-que son los mayores depredadores de la naturaleza, que van desmontado allá donde se les antoje para plantar su hoja sagrada y avasallando a comunidades indígenas, y que son los principales impulsores y beneficiados de la polémica carretera que pretende atravesar el parque Tipnis.“Es educación de la vida y en la vida, para Vivir Bien. Desarrolla una formación integral que promueve la realización de la identidad, afectividad, espiritualidad y subjetividad de las personas y comunidades; es vivir en armonía con la Madre Tierra y en comunidad entre los seres humanos”.¡El colmo de los disparates!, al leer este juego de palabras, no sé si echarme a reír o sentir vergüenza ajena. Me inclino por lo segundo. Me pregunto, quiénes habrán elaborado esta ley, porque lamentablemente el Gobierno no es transparente, nadie sale al frente para explicar a fondo la cuestión y en todo caso sólo el ministro de Educación es el único que intenta explicar algo, pero limitándose a los aspectos operativos y metodológicos del nuevo currículo, sospechando que él no es uno de los principales responsables. Conclusión: Comparando esta nueva ley con la anterior de 1994, una vez más se hace patente de que no hay nada nuevo bajo el sol, muchos de los cambios que aquí se han maquillado de novedad e impregnado de indigenismo ya fueron contemplados en aquella ocasión. Por supuesto que ésta es mi perspectiva del asunto, por lo tanto discutible. Si no están de acuerdo con esta opinión, les ruego que den una mirada a ambas leyes, y saquen sus propias conclusiones. No es necesario que lean todo el texto, bastará con las primeras páginas. Luego me dirán cuál de ellas es más discriminadora, colonialista, neoliberal, antiimperialista, realista, liberadora, revolucionaria, etc., etc.… Más información:-República de Bolivia: Ley de Reforma Educativa de 7 de julio de 1994.-Estado Plurinacional de Bolivia: Ley de Educacion Avelino Siñani-Elizardo Pérez de 20 de diciembre de 2010.