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La orientación al logro

Publicado el 21 mayo 2013 por Jesus Andría González @creaactividad
La orientación al logroEn estos días estamos siendo testigos de las celebraciones, más o menos cívicas, que se están produciendo en toda Europa con motivo de la consecución de los títulos de Liga y Copa por parte de los clubes profesionales de fútbol más destacados del continente. Y lo cierto es que, a pesar de que soy un 'futbolero' muy habitual, cuando trato de relativizar y analizar con frialdad y realismo el leit motiv de este deporte me cuesta comprender cómo ha podido alcanzar las dimensiones económicas y sociales que tiene en la actualidad. Visto desde la frialdad del más puro razonamiento intelectual, los clubes profesionales gastan (aunque digan que invierten) centenas de millones de euros anuales para al final, y en el mejor de los casos, abrazar un trofeo que no suele medir más de 70 cms. de altura y pesar 15 kg. de plata y/o bronce, que si se quisiese rentabilizar en el mercado de los metales preciosos supondría un retorno de la inversión ínfimo. Sin embargo, todos/as sabemos que el trasfondo fundamental, 'la sustancia', de este deporte no está en el trofeo en sí (que se convierte en símbolo de adoración en sus correspondientes vitrinas), sino en el camino y la épica que se recorre hasta alcanzarlo. Es durante ese proceso de orientación al logro cuando cobra todo su sentido la dimensión social, y sobre todo económica, de este deporte.  Es entonces cuando a los dirigentes de los clubes ni se les ocurre hablar de beneficios a sus socios, sino de nuevos fichajes y de consecución de avales y préstamos para mejorar recurrentemente sus plantillas profesionales, cuando se firman contratos multimillonarios con patrocinadores y con cadenas televisivas que son capaces de monetizar la pasión y el sentimiento de identidad del ser humano en forma de miles de millones de euros; es entonces cuando cada milígramo del ansiado trofeo se traduce en horas y horas de investigación e innovación (en medicina, fisioterapia, ergonomía, psicología deportiva, etc.) para mejorar el rendimiento de los deportistas, es entonces cuando el fútbol deja de ser un deporte para convertirse en un gran negocio que emplea, directa e indirectamente, centenares de miles de personas en el mundo. Quién se lo iba a decir a aquellos dos estudiantes de la Universidad de Cambridge, Henry de Winton y John Charles Thring, que en 1848 hicieron un llamamiento a miembros de otras escuelas para definir un único juego de reglas, las reglas de Cambridge, que a la postre darían origen a la Football Association (actual FIFA) en 1863. 

La verdadera paradoja de toda esta historia, aplicada a nuestros días, es lo poco que aprenden nuestros gobernantes de aquello que tienen a dos palmos de sus narices. En nuestro país, el Ministerio que rige los designios federativos del fútbol, y del deporte en general, es el mismo que ha gestado la famosa Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que se aprobó en el consejo de ministros del pasado viernes. Esa Ley que, en lugar de pasión e identidad social, ha generado rechazo unánime y desazón. Y todo, a mi juicio, porque a diferencia del deporte, nadie ha sabido, ni en España ni en el mundo, orientar la educación verdaderamente hacia el logro. Desde hace muchos años (y ahora con la LOMCE será peor), el esfuerzo en materia educativa se ha centrado en que las cabezas de los niños y niñas estén llenas de contenidos y, por supuesto, en evaluar, mediante exámenes y pruebas de diagnóstico, que sea así por los siglos de los siglos. En definitiva, que las cabezas 'pesen' bastante, de forma que cuanto más 'pesen' más valor adquiere su educación en el futuro mercado laboral. Es como si, utilizando de nuevo el simil futbolístico, el presidente de un club estuviese esperando a recibir el trofeo para tasarlo y venderlo por su peso, ni siquiera dándole valor al trabajo artesano de orfebrería de que dispusiera el diseño de la copa, o lo que es peor, que decidiese qué trofeo le interesa ganar a su equipo en función del peso que tuviera. Tan absurdo y digno de lástima lo uno como lo otro, ¿verdad?.En educación, nadie se ha detenido a pensar que, como en el fútbol, la verdadera dimensión social y económica (individual y colectiva) está en el camino y no en el fin. Y por supuesto que hay muchas diferencias entre la formación integral de una persona y un simple juego de pelota, así como que nadie infiera de mis palabras que propongo hacer de la educación de nuestros hijos e hijas un producto de merchandising. Pero no me cabe la menor duda de que variando, al gusto del Gobierno de turno, un par de asignaturas intrascendentes del currículum o introduciendo reválidas que siguen evaluando lo mismo (conocimientos), difícilmente mejorará la educación, su calado social y su orientación hacia el supuesto logro de la empleabilidad. A mi juicio, la educación debería orientarse a las metas y a los objetivos de cada niño y niña; convertirse en el proyecto de vida de cada uno/a de ellos/as, supliendo y compensando sus déficits socio-culturales de origen y ajustándose a sus pasiones y talentos individuales. Una educación a la carta que sitúe en la sociedad a cada estudiante en función de sus potencialidades innatas. Igual que a ningún entrenador de fútbol se le ocurriría, salvo urgencia, alinear en un partido decisivo al portero de delantero o viceversa, simplemente porque a cada cual se le obtiene mayor rendimiento en aquella posición que encaja mejor con sus habilidades y su preparación, en la escuela deberían existir 'entrenadores' que fuesen capaces de detectar en 'qué posición jugará' cada niño/a dentro de la sociedad que les tocará vivir en el futuro. Y orientarle y guiarle hacia ese logro, un logro tan singular, único e irrepetible como la identidad de cada cual.


Soy consciente de que muchos/as de vosotros/as pensaréis que esto es imposible, que personalizar la educación es inviable, y no me sorprende, porque seguimos pensando en hacerlo bajo el paradigma homogeneizador del sistema escolar actual, aquel que interesa perpetuar a las instancias educativas y a parte del profesorado. Sin embargo, en un sistema educativo en el que las nuevas tecnologías se implantaran para generar verdaderos cambios metodológicos y pedagógicos, que estuviese abierto a la innovación y la creatividad para generar instrumentos que optimizaran al extremo el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que se ampliara la cuota de participación de las empresas para que invirtieran en talento desde las primeras etapas educativas ('haciendo cantera'), sería posible adaptar algo tan cosustancial a la identidad de cada ser humano como su educación y su crecimiento personal (y además hacerlo sostenible). Orientar al logro la educación es algo que pide a gritos nuestra sociedad, con más fuerza si cabe que celebra los títulos de sus clubes de fútbol, títulos que en ambos casos, sí que tienen un mismo destino, ser colgados en la pared o encerrados en alguna vitrina. Curiosa coincidencia.

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