Revista Talentos

La originalidad por sus fueros

Publicado el 04 octubre 2014 por Perropuka

La originalidad por sus fueros
Ustedes perdonarán la ociosidad mía de rellenar página con lo que tengo a la mano. Me ha tocado una de esas semanas que de tanto en tanto no sale ni un rebuzno, como si la cabeza estuviera apolillada. Como verán, la ocurrencia de hoy no es nada original, de tanto webear por ahí me topé con un sitio donde publican fotografías de situaciones absurdas, carteles chuscos y otros hechos curiosos bajo el título de “colombianadas”, que lo mismo podrían extrapolarse a cualquiera de los países del vecindario. Meta cumbia y pida una canción al programa musical Tropicaliente,para que vea cómo de originales somos los vallunos de estos valles. Por lo pronto, ya me hice cliente asiduo de la superfarmacia para curar mis superesfriados. País de superhombres y supermansitos (como un corderito) hemos labrado. Hueveando por ahí, con estas “vallunadas” me he encontrado. Si no entienden el chiste, nomás pregunten, cawalleros. 
La originalidad por sus fueros
“Como, ergo,combato el sobrepeso”, así ha interpretado mi estómago hambriento, ante este cartelillo pegado en los vestuarios del gimnasio al cual acudo regularmente y adonde, salvo excepciones, acuden chavales de lo más flacuchos ansiosos de hacerse hombres en un dos por tres. Además, serán de mich’as (amarretes) los organizadores de este curso relámpago de vida saludable que ni siquiera ofrecen el clásico gancho de “incluye refrigerio y material de apoyo”, a pesar de las cuatro horas y más que dura el evento. ¿O querrían ser coherentes con la temática tratada?... ¡a los gordos, ni agua!, parece que fue la consigna.
La originalidad por sus fueros
Al pasar por el lugar creí que era una librería con mucho encanto, o una re-galería de arte barrial. Nomás había sido por economizar pintura, para no estar estampando la trillada etiqueta “se envuelven regalos” que ofrece cualquiera de estos locales. Mientras tanto, a mi palindromizado cerebro se le ocurrió la regalada gana de evocar: lager, Sir, is regal.
La originalidad por sus fueros
Otra joyita de la televisión local, donde siempre es normal que ocurra algo anormal, especialmente en el área comunicacional, bien que rima el lenguaje, a que sí, Pascual. Miedos de comunicación deberían llamarse estos negocios que tanto gustan de maltratar el idioma, y encima con el mataburros en línea a disposición. De que “hubieron” muchos detenidos en la última protesta, el infaltable “aún todavía”, o alguna “tragedia” con heridos leves en un accidente carretero, ni les cuento. 
La originalidad por sus fueros
No podía faltar el riquísimo campo de la comida, en el cual, como ya saben, los cochalas somos hipercreativos. El sillpancho es el plato estrella de la culinaria local: un monumento a los carbohidratos que consta de arroz, papas rebanadas y fritas, carne de res o de pollo machacada en forma de disco y rebozada con pan molido,  todo coronado por un huevo estrellado y, para disimular, una mísera ensalada de tomate y cebolla picados. El plato más seco que puede haber en cualquier sitio. Como existe la sustentada creencia de que cada vez es más pan molido que carne, algunos restauranteros se las han ingeniado  para promocionar el suyo con que es de “pura carne”. Al ritmo que vamos, pronto veremos también chorizos de “puro chancho”. Si comer un sillpancho resulta un gran esfuerzo, su hermano menor, el trancapecho, es un verdadero calvario, puro desafío para bocas enormes, ya que es como un sillpancho en miniatura encajado en un pan, a manera de sándwich. El riesgo de atragantarse es inminente, apto para verdaderos atletas de estómago alegre. Los albondiconos y salchiconos, supongo que serán albóndigas y salchichas servidas en cucuruchos para seguir haciendo ejercicio molar mientras se camina. Con razón, he leído que el mayor problema sanitario de los cochabambinos son las afecciones gástricas, de lejos. 
La originalidad por sus fueros
Bien mirado, las brochetas son una delicia, especialmente con aros de cebolla bien tostados a la parrilla. Aunque me intriga el llamativo cartel de un sitio cercano a casa. Aquello de caporal será un ¿guiño? al baile de los Caporales que, como todos los bolivianos sabemos, su mayor atractivo consiste en poner toda la carne al asador: cientos y cientos de polleritas al viento que muestran piernas y tangas sin aspavientos. Ni puta idea con lo de viernes de k’ara, que a pesar de mi conocimiento quechuístico ignoro de qué manjar se trata. Pero en sí mismo,  el vocablo es también sugerente: viernes de “pelado, desnudo, en cueros”. Lo de “codornis”, será para remarcar que estas gallináceas son bien sudamericanas, por tanto más sabrosonas que sus primas europeas.

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