La orquídea que camina

Le tomó casi una vida aprender a vivir. Yo lo hice leyendo en sus ojos: La vida es una batalla que se gana todos los días a la vida misma. Me enseñó a tocar mi alma como si ella fuera el humo de un cigarro, humo que me permitía crear las más diversas formas por lo que he logrado decir: me fumo la vida sin nicotina.
Me enseño que la música es también poesía, versos que necesita el cuerpo para rendir pleitesía a la pasión de vivir por amor más allá del amor, eso es, pasión más razón segúmmmmmmhhhhhhhhh yo :).
Vuelve el océano a alejarnos, pero no existe la distancia si logras comprender que ella sirve para valorar la ausencia como compañía.
Entre cañas me enseñó una herida que yo conocía, la que se hace por la valentía de ser honesta consigo misma aquella que se produce al vencer a la costumbre de no ser quien se está llamado a ser. Al llegar a casa miré mi cicatriz y la besé tiernamente como la más grande lección, ella me hace recordar que en el jardín que se forma cada día, puedo ser el botón de una rosa, una orquídea o una flor marchita. LM vuelve al puerto de mis brazos cuando quieras que te estaré esperando en ausencia.
Daniela: Hoy soy una orquídea que "camina" entre los jardines del asfalto pero nunca en los de la mentira.