A menudo, las personas piensan que para criar respetuosamente hay que tener paciencia. Bueno, se creen sobre la crianza respetuosa muchas cosas que no son; pero voy a hablar de esto.
Yo estoy segura de que no hay que tener paciencia para criar respetuosamente: lo que hay que tener es una postura, la de que las crías son dignas de respeto, que merecen respeto, que es su derecho ser respetadas y por ende, no tengo derecho a hacer nada que sea faltarle al respeto a la mía, no hay nada que ella pueda hacer que la haga merecedora de un trato no respetuoso porque es siempre una persona, aunque sea una persona que no me haga caso, una persona que persista en su intento de hacer algo que no debe o una persona que DESCOMPONGA MI TELÉFONO CON EL QUE TRABAJO Y QUE ES EL CENTRO DE MI VIDA ECONÓMICA.
Sí, se necesita paciencia y entonces hay que tenerla, pero no por default o de inicio, pues. La paciencia se desarrolla en el ejercicio de la misma. Primero, tomo la decisión de que me portaré respetuosamente y luego, al notar que para hacerlo necesito paciencia, pues me ocupo de hacerme de la paciencia necesaria... y francamente creo que para algunos casos, se requiere MUUUUCHA.
Bueno, pues mi hija ha roto, literalmente, una parte de mi teléfono. Ha tomado mi teléfono cuando no tenía permiso de hacerlo, lo ha abierto y le ha roto una parte. Yo, que soy un ser humano que no había tomado su sertralina en la mañana, una hija de esta sociedad adultocentrista con 500 años de cultura patriarcal encima, le he gritado.
Luego, he visto cuatro minutos de recetas de cocina para tranquilizarme y he venido a escribir esta entrada.
Nada justifica que le grite. No soy una mala mamá porque en esta ocasión, lo he hecho; pero no necesito hacer como si gritar no fuera maltrato para sentirme mejor. La responsable aquí soy yo, la persona adulta aquí soy yo. Yo no tomé mi sertralina -lo que me hace difícil manejar mis reacciones-, yo perdí de vista durante un rato a una niña que en este momento de su vida no debe ser perdida de vista un rato. Puedo enojarme conmigo por ser incapaz de siempre implementar las mejores prácticas en salud mental y siempre darle a mi niña la supervisión que requiere tal como la requiere o puedo ser buena conmigo, aceptar mis límites y seguir adelante.
Mientras escribía esta entrada, ella se acercó a pedirme jugo y yo le he dicho que ya no estoy enojada con ella, pero que es un problema muy grande quedarme sin teléfono, que vamos a ver cómo le hacemos para que los cuide...
No tengo paciencia. Tomé una decisión que me llevó a un compromiso. A veces no me sale bien, pero ahí vamos.
Silvia Parque