Revista Literatura

La Paja en el Ojo Ajeno.

Publicado el 28 noviembre 2010 por Gildelopez
Últimamente he visto como se burlan y atacan a los famosos por sus dislates verbales o escritos; tales errores son reales, tan reales como el hecho de que quienes se burlan, en la mayoría de los casos son verdaderos estúpidos cuya estulticia esta oculta por el manto gris del adocenamiento y la mediocridad.Nadie habla de los yerros de esos críticos ocasionales, porque a nadie le importa su existencia, ya no digamos su imbecilidad. Cuando se burlaban de Fox por el affaire Borges/Borgues, pregunté a varios de los burlones ¿y quién es ese Borges,oye? La respuesta más imbécil fue la de un "izquierdista" pomposo que siempre hablaba ex-catedra y siempre equivocado (Sabina dixit): "Es un ex-gobernador de Can Cun (sic)". Esa fue la más idiota, pero la mayoría no se distinguió por acertada. El único que supo que era un escritor argentino fue otro intelectual "zurdo" (así se decía él mismo), a quien le pregunté qué había leído de ese autor. Su respuesta: "Nada; no leo a fascistas". La idiotez moral, por otro lado, no sabe de ideologías. De mis tiempos de vendedor de discos recuerdo a un cliente que coleccionaba temas musicales de películas; cierta vez le recomendé el soundtrack de Zorba el Griego y me dijo que él no soportaba a comunistas como Theodorakis... Pero me estoy apartando del tema. Lo que quería contar es mi experiencia personal en esto de festinar errores ajenos. Muy joven aprendí que un dicho de mi abuelito encerraba gran sabiduría :"El carnicero de hoy es la res de mañana". Estaba en tercero de secundaria y se acercaba el dos de noviembre. La maestra de Literatura Mexicana decidió que el examen semestral consistiría en escribir una calavera. Una compañera y yo estábamos exentos porque habíamos obtenido altas calificaciones en los trabajos del semestre. Ella era una niña muy aplicada e inteligente; lo mío no tenía tanto mérito, porque si bien me gustaba la lectura, muchas veces, en lugar de leer los libros que nos asignaban, le pedía a mi papá o a mi tío Vicente, quienes si los habían leído, que me los contaran y con eso hacía mis resúmenes ganadores de dieces. Jeje. El día del examen, mis compañeros leyeron sus calaveras; todas, pero todas decían así : "Estaba fulano en tal parte/Pasó la muerte y le dijo..." Yo, discreta -o no tan discretamente, pues la maestra lo notó,- me burlaba de cada lector por repetir lo que habían dicho los anteriores, hasta que cansé a la maestra, que me dijo"A ver, Gil, veo que sabes mucho, dinos una calavera si quieres conservar tu diez". No recuerdo como logré salir del problema en que mi bocaza me metió. No recuerdo como iba mi calavera, ni sobre quién era. Lo único que recuerdo es que era sobre un tipo que estaba en algún lado y pasó la muerte y le dijo algo. Después de esa experiencia, siempre que alguien comete un error o muestra ciertas carencias, trato de ser tolerante, pensando que es algo que puede paasarle a cualquiera, incluyéndome a mí. Si de algo sirven los resbalones y caídas es para darnos humildad. Santa Ana, CA, 28/nov/10Published with Blogger-droid v1.6.5

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