domingo, 12 de julio de 2015
CONFIDENCIAS EN VOZ ALTA
Alfredo Rodríguez (Pamplona, Navarra, 1969) es un ejemplo de joven poeta que viene demostrando una devoción digna del mayor encomio hacia quien considera su maestro: el vate de Cartagena, Murcia, José María Álvarez (1942), adscrito a la generación del 70 o de los novísimos, así bautizados por el antólogo catalán José María Castellet en su obra Nueve novísimos poetas españoles. El poeta navarro ha dedicado muchos años de su vida al cultivo de la amistad con el autor de Museo de cera, cuya obra conoce como pocos y a cuyo estudio ha dedicado sus mayores esfuerzos con un entusiasmo, un apasionamiento y una lealtad inquebrantables. Se publica ahora, en ediciones Ulises, del grupo de la editorial sevillana Renacimiento, el segundo volumen de sus conversaciones en París con el poeta novísimo, titulado La pasión de la libertad (Sevilla, 2015); obra que puede considerarse como continuación de aquel primer volumen de sus conversaciones que publicara también Renacimiento, Exiliado en el arte (Sevilla, 2013).
El volumen en cuestión indaga de manera profunda en los motivos últimos de la vida y la obra de José María Álvarez, en su personalidad y en su pensamiento; y lo hace de forma tan amena como integral. Alfredo Rodríguez se mueve en este territorio como pez en el agua, con inteligencia y destreza, con sutileza y sabiduría, sin caer nunca en la erudición que pudiera resultar farragosa, al igual que el maestro en sus respuestas. El entrevistador no se detiene ante cuestiones que podemos llamar "sensibles" o que rayan en la intimidad del poeta, aunque en contadas ocasiones es el entrevistado quien pone las limitaciones ante el acoso al que se ve sometido por el entusiasmo, la pasión y un cierto exceso de "confianza" por parte del entrevistador al que, por otra parte, parece verse obligado este último. Resulta meridianamente diáfano que sin esa especial aproximación que existe entre maestro y discípulo, sin esa atmósfera de confianza que se establece entre ambos no hubiera sido posible el nivel de sinceridad y hondura que apreciamos en las respuestas del poeta novísimo entrevistado.
Nos encontramos, pues, ante un volumen que ronda las 300 páginas y que resulta imprescindible para conocer las motivaciones últimas de la poesía de una personalidad lírica tan sugerente y atractiva como es la de José María Álvarez, para adentrarse en las lecturas sobre las que se asienta el acervo ideológico del maestro, saber de sus ciudades amadas, de las otras literaturas que le sirven de sustento, de sus opiniones políticas y sobre la situación de nuestro país, de la deriva hacia la que camina la humanidad, etc. El corte entre los capítulos que disponen el contenido de este volumen, responde más a necesidades estructurales que reales en el discurrir de la obra.
Algo o mucho de heterodoxo se muestra en el poeta que responde a las preguntas incisivas de su entrevistador, algo o mucho de inconformismo, de decadentismo, de sentido aristocrático del arte, de dandismo, de rebeldía, de personalidad no acomodaticia, de distanciamiento crítico, de denuncia y puede que hasta de construcción de la propia leyenda de escritor, de personaje público; pues, a pesar de la sinceridad, el rigor y la valentía que se observa tanto en las preguntas como en las respuestas, el lector que afina no puede dejar de advertir cierta pose artística en ambos intervinientes, seguramente inevitable puesto que resulta difícil sobreponerse a la atmósfera creada entre ambos. En conclusión: una obra interesante y necesaria, cuya amenidad, versatilidad y viveza nos facilita el camino hacia la lectura íntegra del volumen.
José Antonio Sáez Fernándezblog La mirada ausente12 de julio de 2015