Hace algún tiempo trabajé en una gran empresa industrial. Los procesos estaban automatizados y quedé impresionado por la tecnología que se usaba. En particular me llamó la atención la casi total ausencia de tareas “duras”, que requirieran condiciones físicas, tales como traslado de peso, manejo de piezas, etc.
Sólo había una tarea que precisaba un esfuerzo físico apreciable y consistía en utilizar unas rasquetas, con un largo mango para ayudar a descargar masa desde un recipiente que se volcaba sobre una tolva. El recipiente giraba hasta ponerse inclinado sobre la tolva, pero la viscosidad de la masa exigía que se la ayudase a caer. Las rasquetas eran de acero así como el mango y pesaban unos cuantos kilos. Además la longitud del mango de unos tres metros requería unos buenos brazos para ser manejada.
Este trabajo debía hacerse dos veces al día en cada equipo de doce hombres.
Pregunté a directivo que me acompañaba por el sistema que se seguía para designar cada día a la persona para hacer ese trabajo.
Me contestó que cada cuadrilla seguía un método diferente: en unas se rotaba simplemente, en otras esa tarea se utilizaba como castigo, otro capataz excluía de esa tarea como un premio y finalmente dos jefes de cuadrilla “convencían” a los operarios menos conflictivos y más colaboradores para que la hicieran.
“¿Nunca se han planteado problemas con estas dos últimas?” pregunté.
El directivo me dijo que a veces los operarios “gruñían un poco”, pero eso no era nada comparado con los líos que montaban los menos colaboradores en las otras cuadrillas cuando les tocaba el turno …. “Son buena gente y apreciamos su colaboración”.
Pocos meses después me informaron que un operario de los “colaboradores” había agredido a un jefe de cuadrilla en una fuerte disputa cuando se le pidió por enésima vez que asumiera la tarea en cuestión. El sistema de asignación estaba siendo estudiado para su reestructuración.
¿Es extraña esta historia? En muchas ocasiones en los equipos se da una situación similar. Se asignan trabajos a personas por el mero hecho de colaborar mientras que “por no oírlos y mantener la paz en el equipo” se tiende a excluir a otros.
En realidad lo único que se logra es el efecto contrario, destruimos el equipo y almacenamos explosivos preparados para estallar en la ocasión más inesperada.
En el mejor de los casos, evitando el estallido total, tenemos asegurados empleados desmotivados y otros con conductas perniciosas reforzados en sus dañinas e injustas posiciones.
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¿La paz en el equipo? Vencer, convencer e implicar
Publicado el 03 febrero 2010 por EandresTambién podría interesarte :