Yo debo ser una novia horrible. A mis 34 años he tenido algunas relaciones estables que siempre terminaron en fracaso, y debo decir que a pesar de ser buena amante, mejor persona, la mayoría de las veces el drama sucedió por mi culpa. Me ha costado muchas lágrimas y muchos momentos de reflexión y autocrítica el asumirlo, no creáis. Es duro reconocer que yo para esto del amor no sirvo como la mayoría de los mortales, que encuentran pareja y se arrejuntan y se casan y comen perdices como quien va a comprar churros. Soy exigente, un pelín egocéntrica, una bomba emocional que pone a prueba a diario los nervios y la paciencia de quien tenga a mi lado. Necesito dosis de inteligencia, de sentido del humor (que suele venir de la mano de la inteligencia), de cariño bien dosificado, de independencia, de sexo y morbo llevados con ingenio –empiezo a ver un patrón aquí- de gente con agallas que sepa enfrentarse a los problemas de la vida y no esconda la cabeza bajo tierra cuando las cosas se tuercen y locura, sobre todo locura. Me llama lo turbio; así me va.
La cuestión es que (no me quiero enrollar) como novia seré un desastre, pero como ex-novia soy la hostia. Porque cuando mis relaciones se terminan, se terminan de verdad. Paso página y llevo mi duelo con elegancia, carisma, un saber estar impresionante... y me voy. Duele, por supuesto. Pero si algo caracteriza a la perfecta ex-novia es el no insistir en algo que no tiene sentido.
Es de primero de rupturas: al lugar donde fuiste feliz no debieras volver, que dijo Sabina. Y ya ni te cuento si no fuiste feliz siquiera… No más whatsapps, no más e-mails, no más llamadas, no más mensajes por Facebook. No hay que volver la vista atrás ni insistirles como una llorona desesperada y pesada. No, Adele, no está bien llamar dos años después ni viene a cuento de nada por mucho que te expliques durante veinte canciones iguales, como bien dice la gran Molinos en su post. Que luego me llamáis mala a mí, pero lo tuyo es crueldad y perrodelhortelanismo. Y podréis pensar que lo de dar un portazo y olvidar su nombre, su cara, su casa y pegar la vuelta lo hago por mí, que me quiero mucho y voy de digna. Y no, eh. Yo soy altruista y un amor y en realidad lo hago todo por mis ex: se merecen ser felices con otra persona. Alguien que no les dé problemas, con quien no tengan que esforzarse ni sacar lo mejor de ellos mismos. Alguien que no les suponga ningún tipo de reto ni les haga crecer o evolucionar. Que no les haga plantearse que igual no son tan buenos ni tan listos ni tan especiales como creen. Una mujer dócil, simple, entrañable, tiernita, femenina, razonable. Sincera pero sólo lo justo. Sexy, pero no guarrilla. Divertida, pero no zumbada.
A mí es que me gusta estar zumbada y tampoco pasa nada si me quedo sola, qué le vamos a hacer. De hecho auguro para mi mismidad una buena temporadita de soltería bien aprovechada, de la que enriquece además de cocer.
Así que nada, resumiendo. Que como estoy zumbada pero además soy un amor, a todos esos que un día me rompieron el corazón les deseo lo mejor y toda la felicidad del mundo: que les den mucho por culo, pero que les guste.