Publicado el 27 junio 2016 por 50palabras
@50palabras_
Hermosa en su serenidad, contemplé su delicado cuello de cisne al apartarle el cabello. Entonces, fulguró sobre el lóbulo y su brillo de nácar hizo palidecer al afilado acero. —Un recuerdo de mi madre —concedió altiva María Antonieta. —No tema, mi reina —la consolé como verdugo—, caerá en buenas manos.