Solo llevo 2 semanas en la academia y ya he amortizado parte de lo invertido. Aun quedan 8 meses para examinarme y ver si soy capaz de acceder a la universidad. Es algo que no me obsesiona ya que no esta ni tan siquiera mi horizonte visible. Según Eduard Punset “la felicidad se encuentra en “la sala de espera de la felicidad”. Conociendo este dato lo tengo más facil para disfrutar todo este camino.Si los profes mantienen el nivel será un camino agradable porque yo voy a cumplir.
EL PERRO DE PUNSET
Al darle de comer a mi perra Pastora, siempre ocurría algo que nunca acababa de entender. En cuanto me dirigía a la terraza a la hora de la comida para recoger su plato, Pastora iniciaba una danza alucinante fruto de la alegría y la
felicidad que la embargaban súbitamente. No sólo movía la cola sin parar, sino que saltaba, literalmente, a mi alrededor, interponiéndose en el camino a la cocina donde guardaba los cereales. No servía de nada decirle, cariñosamente: «¡Cálmate, Pastorita, que no me dejas andar!». Cuando conseguía llegar a la cocina para sacar de la bolsa dos puñados de cereales con algo de jamón de York se tranquilizaba momentáneamente, contemplando la operación sentada junto a la puerta. Si para hacerla rabiar un poco tardaba más de la cuenta, soltaba un solo ladrido de advertencia.
En cuanto iniciaba, con el plato lleno en la mano, el camino de regreso a la terraza donde comía, comenzaba el festival de saltos y vueltas a mi alrededor. Pero en cuanto yo depositaba el plato en el suelo se transformaba en otro animal: dejaba de saltar, casi pausadamente ponía el hocico en el plato para constatar que no me había olvidado el trozo de jamón entre tanto pienso; dejaba de mover la cola y, sorprendentemente, al margen de si terminaba o no su comida, había perdido la emoción que la invadía unos instantes antes. ¿Cómo era posible que le emocionara más la inminencia de la comida que la propia comida?
vía:Shunyata Blog