Cuando escribí la entrada sobre la personalidad de V, recibí varios comentarios en los que me explicabais que vuestros gatos tenían mucho en común con el mío. Como yo nunca había tenido un gato y no sabía qué era algo así como un comportamiento "de especie" y qué "personalidad", pensé que tal vez me había confundido, y que lo que yo consideraba propio de V era en realidad un rasgo gatuno más.
Estas dudas quedaron definitivamente resueltas cuando llegó S. Ahora sé que cada uno de mis gatos (y cada uno de los vuestros) tiene su propia personalidad, con muchos rasgos en común, por supuesto, tal y como tenemos los humanos.
Lo que más me llamó la atención de S cuando vino a vivir a nuestra casa fue su enorme capacidad de observación y aprendizaje. Tal vez fue porque tenía otro gato grande al que imitar, pero tardó muy pocos días en comprender el funcionamiento de su nuevo hogar. Pronto identificó sus pertenencias (juguetes, comedero... el rascador que V no usa ni muerto), pero muy pronto también supo cuáles eran las cosas "de gatitos".
Hasta entonces, por ejemplo, V había tenido dos camitas, que apenas hacía algunos meses que utilizaba, porque prefería dormir en cualquier otro lugar. En cuanto S las vio, supo que era ahí donde se dormían los gatos, así que, ni corta ni perezosa, intentó que V le hiciera un hueco junto a él para dormir la siesta. Creo que nunca olvidaré a la pobre S, tan delgadita como estaba cuando vino del refugio, metiéndose despacito en la camita de V y quedándose muy quieta para ver si "colaba". Lo cual, evidentemente, no coló nunca, y V se encargó de hacérselo saber.
Esto me lleva al segundo rasgo de personalidad de S: la asertividad. Parecerá una locura, pero S es una gatita muy tranquila y segura, que sabe perfectamente lo que quiere... y lo consigue. En el caso de las camitas para gatos, no logró que V la aceptara como compañera de siesta, pero a base de tenacidad, consiguió otro efecto, absolutamente imprevisible: que fuera V quien abandonara su recién estrenada camita para dejársela a ella.
La verdad es que, durante algunas semanas, V tuvo que tragar quina de la buena con la nueva gatita. Porque no sólo le robó su cama. Recuerdo una noche, en la que V y yo caminábamos hacia el dormitorio, y de pronto vimos a S esperándole tranquilamente justo en la esquina de nuestra cama donde él se echa a dormir. Y no le miraba desafiante, ni nerviosa. Simplemente estaba allí como diciendo: "Esta es la esquina de los gatos, ¿no? Pues yo soy un gato, así que me pongo aquí. Y tú, si quieres, te pones aquí conmigo, y si no... pues a dormir en el suelo". El pobre V no daba crédito, la miraba absolutamente consternado, luego me miraba a mí como diciendo: "Pero... ¡haz algo!", y finalmente... se resignaba a dormir en el suelo, o en cualquier otro lugar.
Lo cierto es que, al final, hubo que hacer algo: poner las dos camitas para gatos juntas para que cada uno tuviera la suya, castigar a S a estar sola cuando se empeñaba demasiado en no respetar el espacio de V, darles de comer por separado para que S no le robara la comida, el comedero y el alma al pobre V... Y aunque por fin han finalizado las negociaciones territoriales, he de decir que, frente a una gatita asertiva, nuestro gato pasivo-agresivo no tiene nada que hacer.
Por otro lado, S también es una gatita muy cariñosa, igual que V de cachorrito, pero con una diferencia nada desdeñable: que S no muerde. Cuando no quiere que la acaricies, gira la cabeza, se va tranquilamente, te da un pequeño zarpazo sin uñas o te muerde suave... pero no te arranca la vida como hacía V. Esto es algo que nos ha dejado más tranquilas respecto a los gatos en general y a V en particular, al que ahora queremos y aceptamos en su idiosincrasia sin sentirnos culpables o frustradas por ella.
S también tiene algunos comportamientos bastante diferentes a los de V en otros aspectos. Por ejemplo, apenas maúlla. Cuando vino a casa, maullaba mucho, pero después dejó de hacerlo. Yo pensé que ya no lo haría más, pues sé que algunos gatos casi no maúllan, lo cual me apenó bastante. Acostumbrada a la comunicación con un gato charlatán como es V, me parecía que una gatita muda era un poco triste. Sin embargo, el periodo silencioso no duró mucho, y ahora vuelve a maullar... pero muy raro. No es como V, que articula los maullidos con todas sus letras, "miauuuuu"; ella hace un ruido más parecido a "ih, ih, ih", un sonido que yo no le había oído a un gato jamás, pero bueno, así es.
Para terminar, algo que me sorprende mucho de S es que no saluda. V siempre nos acompaña a la puerta cuando nos vamos, y viene a vernos cuando llegamos, y esos dos momentos están llenos de mimos y ronroneos. S viene a la puerta cuando llegas, pero no a verte a ti, ni a saludarte, sino a ver "qué pasa". Cuando ve que lo que "pasa" eres tú, se pone a jugar con cualquier otra cosa o se va corriendo. Y si intentas acariciarla para decirle hola, procura escurrirse de entre tus dedos, mirando a lo lejos como pensando: "¡Ag, qué pesadilla de ser humano!". Cosa que V agradece infinitamente, claro, porque así los mimos son solo para él.
El único momento del día en el que S saluda es cuando suena el despertador. Entonces viene corriendo, se pone a ronronear junto a tu cabeza, y te pega un par de lametones en la cara. Y en ese momento, como en tanto otros, la gatita asertiva y zalamera te desarma y anexiona a su ya vasto territorio un milímetro más de tu corazón.
Encantada.