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La pesadilla de las ciudades sin reglamentaciones ni regularizaciones urbanísticas ni de movilidad

Publicado el 28 enero 2010 por Trinitro @trinitro

Una de las quejas que más se repiten entre los ciudadanos es que las normas urbanísticas son muy restrictivas (¿porqué no me dejas construir aquí a pesar de que esté afectado?), o que existe un abuso del concepto interés general para abrir una calle o expropiar una vivienda para conseguir que haya un equipamiento. También hay quejas de que las normas de movilidad, prohibiciones de aparcamiento, ensanchamiento de aceras, etc… van en contra de los ciudadanos que necesitan utilizar el coche. Si por ellos fuera, no habría normas que cohaccionen los intereses de los ciudadanos libres.

La fea realidad es que el sueño de estos ciudadanos, si se aplicara a sus últimas consecuencias sería la pesadilla de todos. Ejemplos históricos, los hay pocos. Es tan razonable y necesario controlar el tránsito o hacer un cierto ordenamiento urbano que prácticamente todas las ciudades del mundo han seguido algún criterio o reglamentación y es difícil, al menos en occidente, encontrar una ciudad donde no se controle el aparcamiento, no se multen a los que se saltan los semáforos, no se limite la voracidad constructiva. Cuando hay momentos en que estos límites son violados nos escandalizamos, por ejemplo, Seseña. Pero imaginarse una ciudad literalmente sin normas es algo que forma parte de los sueños de algunos, o de sus peores pesadillas.

En cambio hay un ejemplo, la ciudad amurallada de Kowloon (por suerte derruida y sus habitantes recolocados en la gran urbe de Hong Kong) que durante 50 años, debido a su estatus de isla China dentro de la colonia británica en la que ni el gobierno británico ni el de la república popular China pudieron incidir ni controlar de ninguna manera, se auto-organizó creando esta especie de caos en manos de la autoconstrucción, las mafias y el tráfico de drogas:

Por otro lado, hay ejemplos, no de instituciones muncipales fallidas, pero sí de aquellas que desisten de incidir en un ámbito, en nuestro caso en la movilidad. El ayuntamiento de El Cairo ha decidido que no regula el tránsito. Las imágenes hablan por sí mismas.

Y no, por mucho que los conductores parezcan unos ases al volante El Cairo sostiene unos niveles de mortalidad en accidentes de tráfico que serían escandalosos en cualquier país occidental.


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