- By gogol
- In Muy personal
- Posted On 6 septiembre, 2015
- Tags Cuentos,Historias cortas
Un vagabundo llego a un pueblo, su ropa aunque vieja lucia limpia al igual que su persona, era ya cercana la hora de la comida y para variar no había comido desde hacía días caminaba por la calle y vio una peculiar piedra la cual recogió y al hacerlo se le ocurrió una idea, sacudió el polvo guardo la piedra en su morral y se dirigió a la primera casa que encontró, toco a la puerta y de ella salió una amable señora.
-Disculpe la molestia señora quiero pedirle un favor-
-a ver dígame usted- contesto la señora
-vera no he comido desde hace días y quería ver si me permite cocinar mi piedrita-
-¿su piedrita?- pregunta la señora intrigada
-si – dice el vagabundo sacando del morral la piedra que había encontrado hacia un rato
– esta es, le agradecería que me permitiera cocinarla-
Llena de curiosidad la señora le permite pasar a su cocina.
-Me puede prestar un sartén y un poco de aceite para cocinar mi piedrita- pide el vagabundo
Coloca el sartén en la lumbre vacía un chorrito de aceite y mientras se calienta lava la piedra, la seca y la coloca en el sartén donde la mueve para un lado y para otro.
-me regala un poco de sal para mi piedrita-
Cada vez más curiosa la señora accede y le da la sal- el vagabundo la toma y rocía a la dichosa piedra, cuando ha terminado, sin mas dice nuevamente dice – tendrá un pedacito de cebolla y un jitomatito, para sazonar mi piedrita, la señora le da un pedazo de cebolla y un jitomate y el vagabundo con una maestría increíble los corta en pequeños trozos que agrega al sartén y continua el movimiento de la piedra para un lado y para otro , de vez en cuando le da un golpecito como para ver cómo va la cocción de la piedra, cuando piensa que la cebolla y el jitomate están listos pregunta.
– ¿de casualidad no tendrá un bistecito o un pedazo de pollo para acompañar a mi piedrita?-
La señora va a su refrigerador y saca un pedazo de bistec y se lo da, el vagabundo lo corta en trozos pequeños y los vacía en el sartén, los vigila hasta que considera que están cocidos, siempre moviendo la piedra de lado a lado del sartén.
-Abusando de usted ¿no tendrá unas tortillitas?-
La señora saca cerca de un kilo de tortillas y un plato como adivinando que le iba a pedir uno.
-Gracias me comeré mi piedrita en el sartén no quiero causarle tantas molestias-
Cuando el vagabundo comenzó a comer.
-¿Quiere uno frijolitos?-
Pregunta la señora quien no perdía de vista al vagabundo a la espera de ver cuando a que hora se comeia la piedra, quien acepta sonriente los frijoles.
La piedra seguía moviéndose a lo largo y ancho del sartén, de cuando en cuando la tomaba con una tortilla la dejaba limpia y volvía a colocarla en el sartén. La comida se acabo al igual que el montón de tortillas y la piedra quedo sola en el sartén.
-¿No se va a comer la piedrita?- cuestiona la señora
-No señito la voy a guardar para la cena porque ahorita ya me llene-