Los avances tecnológicos y la revolución industrial que se vivieron el siglo pasado, propiciaron la creación de una gran clase media consumista en torno a las grandes ciudades. También generó una peregrinación —que aún no ha terminado—, de proporciones bíblicas, del mundo rural al urbanita.
Curiosamente uno de los hitos de esa revolución, en el arranque de la expansión de la clase media, fue Ford, el fabricante de coches. Curiosamente el automóvil ha sido protagonista principal del desarrollo económico, humano y demográfico del siglo XX. También ha sido la principal fuente de problemas para esas ciudades que acogen más y más clase media. Desde mediados del siglo pasado, el coche comenzó a apoderarse de las ciudades; el urbanismo, el diseño de la ciudad comenzó a girar en torno al coche. Cada vez que se modificaba una plaza, una avenida o cualquier calle, se hacía pensando en el tráfico: más anchuras, más carriles, más rotondas, más aparcamientos... Aumentaban los atascos, la contaminación... Y se hacía otro carril, otra rotonda, otro aparcamiento. Y otro carril que se llenaba, otra rotonda que se atascaba y más coches dando vueltas y más vueltas en busca de aparcamiento. Nunca se solucionó el problema del tráfico porque lo que se hacía era estimular el uso del coche privado. La contaminación en las grandes (y no tan grandes) ciudades ha pasado a ser un problema de salud acuciante.
Y alguien se ha debido dar cuenta de que o cortamos por lo sano o estamos perdidos. La migración rural no cesa —los pueblos se siguen quedando vacíos—, las ciudades son enormes y el parque móvil no para de crecer. Y los protagonistas del urbanismo, los que diseñan las ciudades del siglo XXI han dicho que hasta aquí hemos llegado. Y han dado un puñetazo en la mesa. Y han dejado de correr una carrera que saben que no pueden ganar; y han visto que estaban luchando en una guerra que solo causaba bajas y que no terminaba nunca. Y han decidido echar los coches del centro de las ciudades; han pensado complicarle la vida al automóvil para devolver el centro a la gente. Plazas y calles peatonales se adueñan de las ciudades. Carriles ridículos por donde aún pasa algún particular despistado; despacito y percatándose de que si hubiese venido en el bus o en taxi habría ahorrado tiempo y dinero. El centro de las ciudades está desandando un camino que nunca debió hacer. En pocos años (menos de lo que nos pueda parecer) prohibirán totalmente el centro a coches con motor de combustión.
Hace unos días el ayuntamiento de Tomelloso adjudicó el proyecto de remodelación de la Plaza de España. Se ha hecho sobre un diseño preliminar y se ha publicado una imagen que da una ligerísima idea (aún esta en pañales) de cómo podría quedar tras la reforma. La idea es una plaza peatonal, o semipeatonal —dejarán un carril de los que hablaba más arriba, de los que te hacen arrepentirte de haber cogido el coche—. En su día el ayuntamiento buscó el debate y la participación ciudadana: dieron charlas en los centros de barrio; hicieron un folleto con un formulario en donde reflejar las inquietudes y opiniones y pusieron un buzón en la fachada del ayuntamiento para depositarlo; y habilitaron una web que recogía una amplía encuesta para poder dar tu opinión sobre el tema. No tengo datos, pero creo que la participación fue escasa.
Con la publicación de la imagen de la Plaza peatonal en la redes sociales, se ha despertado el debate. Y, como siempre en las redes, encontramos de todo: hay quien se acaba de enterar y gente muy bien informada; quien piensa que va a tener que dejar el coche en las afueras y quien está encantado con la idea de una plaza sin coches. También abunda quien insiste en que mejor que arreglen los baches de su calle en lugar de gastar el dinero en tonterías. Hablar sin pensar o sin informarse primero es el deporte rey en las redes sociales.
Este proyecto está financiado con fondos Feder —El Fondo Europeo de Desarrollo Regional es un instrumento financiero de la Comisión Europea cuya finalidad es la ayuda para el desarrollo económico de las regiones deprimidas de la Unión Europea.—, y si Europa le da el dinero a nuestro pueblo es justo por eso, porque Europa piensa que el desarrollo de las ciudades del siglo XXI pasa por sacar los coches del centro; apuesta por ciudades más limpias, más respirables, más habitables.
Me temo que habrá que acostumbrarse a perder un minuto más (o ganarlo, según se mire) y evitar la Plaza en nuestros desplazamientos.
Caminar es muy sano, y siempre nos quedará el bus o el taxi, que nos podrán seguir dejando en la misma Plaza, con el consiguiente ahorro de tiempo y dinero.