Revista Talentos
No voy a negar cierta desorientación reciente: la he plasmado en posts patéticos pidiendo comentarios y he dejado que aflore subliminalmente publicando párrafos con olor a descarte cual si fuesen ya sellos que poner en un impreso, para salir del paso, fichar y cubrir el expediente. Bueno: ante todo he de aceptar que escribir no convierte a nadie en escritor, escribir cuentos quizás convierta en cuentista, pero la ficción, hasta el conato de ensayo que alguna vez he tanteado, me sonroja tanto, me causa una vergüenza y una sensación de becariado y de ser voluntariosamente inútil, cuando leo lo que son, o eran, capaces de hacer los Houellebecq, Franzen, Bolaño o Foster Wallace que tanto admiro. Totalmente capaces de levantar una catedral de texto sobre cuatro cañas, mientras afanosamente intento cuadrar los episodios del comisario y pergeñar un cuentecito que hable de pericia, de picaresca y de tardofranquismo. En fín, que no lo dejo porque eso es dar alegría a enemigos, pero sí aviso que noto cambios cuyo alcance no atisbo a especular. Cada vez reseño más libros en Un libro al día porque me siento como si, tras unas cuantas operaciones de tanteo, allí puedo expresarme con la misma naturalidad y confidencia que aquí, y me doy cuenta que es egoísta insistir en el nombre de uno cuando en otro lado se está casi igual y, aunque el lema me haya dado asco en otro contexto muy recientemente, juntos podamos más. No tiene mucho sentido alargarme más. Sigo estando, aunque cueste algo más encontrarme.