En "Ha vuelto el agua", la poesía de Gómez se presenta de forma directa, sin adornos innecesarios. Aquí el amor es tratado con una mezcla de desesperación y deseo, pero también con una humanidad cruda que nos confronta con las emociones más profundas. Los poemas de este libro, como "Me voy a morir" y "El triste llanto", expresan el dolor y la angustia de un ser humano que se enfrenta a la pérdida, al amor no correspondido y a la muerte, sin escapar de la realidad. Es una poesía visceral, de palabras sencillas pero poderosas, que nos confrontan con nuestra fragilidad como seres humanos.
En cambio, "Yo dije el amor" introduce un cambio en su poesía, dando lugar a una mayor complejidad y un alcance más amplio. Aquí el autor no solo habla de su amor personal, sino que lo vincula con el mundo que lo rodea: la naturaleza, las luchas sociales y la reflexión sobre el futuro de su tierra. Poemas como "Hydro-power" nos muestran a un poeta que empieza a interrogarse sobre la relación entre el ser humano y su entorno. La poesía de este libro no solo es una declaración de sentimientos, sino un llamado a la acción, a la reflexión y a la conexión con los demás. El amor, en este contexto, se convierte en una fuerza transformadora, capaz de sanar y renovar tanto a los individuos como a las comunidades.
Si "Yo dije el amor" nos presenta una poesía que se abre hacia el mundo exterior, "Dijiste que volvías" da un paso más hacia el interior del poeta. Aquí encontramos a un autor más introspectivo, que se concentra en la reflexión filosófica sobre el ser, el amor y el paso del tiempo. En este libro, el amor es un tema recurrente, pero tratado desde una perspectiva más existencial. Los poemas, como "Despertares" y "La melodía del silencio", exploran la relación entre el amor y la conciencia, el deseo y la realidad, con un tono más sombrío y meditativo.
Es fascinante observar cómo el autor va evolucionando en su poesía. En "Ha vuelto el agua", su lírica es más directa y emocional, mientras que en "Yo dije el amor" se observa un afán por expandir su poesía hacia lo social y lo colectivo. Finalmente, en "Dijiste que volvías", se adentra en los territorios de la filosofía, reflexionando sobre el amor, la vida y el ser, pero también sobre el significado de la existencia y la relación entre los seres humanos.
El amor, como motor de su poesía, es uno de los hilos conductores a lo largo de los tres libros, pero no un amor fácil ni simple. Gómez no huye de la oscuridad del amor, de sus contradicciones, sus pasiones y sus dolores. En "Ha vuelto el agua", el amor se presenta como un deseo implacable, pero también como una fuente de sufrimiento. En "Yo dije el amor", ese amor se convierte en un agente de cambio, capaz de influir no solo en los individuos, sino también en la comunidad y el entorno. Y en "Dijiste que volvías", el amor se torna más filosófico, una fuerza que alimenta la introspección y la meditación sobre la vida.
Otro aspecto importante en la poesía de este autor es su relación con la naturaleza. En "Yo dije el amor", la naturaleza no solo es un espacio físico, sino una extensión del alma del poeta. Gómez utiliza la naturaleza como metáfora para explorar las emociones humanas, y es en este libro donde su vinculación con la tierra alcanza una de sus máximas expresiones. Sin embargo, no se trata solo de una conexión armónica, sino también de una crítica a la forma en que los seres humanos interactúan con su entorno. El agua, los ríos, los árboles, son símbolos de la vida y la muerte, de lo que se pierde y lo que se puede regenerar.
La figura del poeta también evoluciona a lo largo de estos tres libros. En "Ha vuelto el agua", Cristino se presenta como un ser humano inmerso en sus emociones y en su sufrimiento. En "Yo dije el amor", el poeta se convierte en un testigo del mundo que lo rodea, un observador crítico de las realidades sociales y ambientales. Y en "Dijiste que volvías", el poeta se convierte en un filósofo que reflexiona sobre el amor, la vida y el ser, pero también sobre el significado de la existencia y la relación entre los seres humanos.
Cristino tiene una manera muy particular de jugar con el tiempo en su poesía. Los poemas de "Ha vuelto el agua" están impregnados de una sensación de urgencia, de deseo de apoderarse del momento presente, de exprimir al máximo cada segundo de vida. En "Yo dije el amor", el tiempo se dilata y se interrelaciona con la naturaleza, con la tierra que cambia, pero que siempre permanece. Finalmente, en "Dijiste que volvías", el tiempo se vuelve una reflexión filosófica, un tema recurrente que da cuenta de la fugacidad de la vida y de la permanencia de los sentimientos.
En cuanto a la musicalidad de su poesía, Cristino sabe cómo hacer vibrar las palabras. Cada verso tiene una cadencia que refleja no solo su sentir, sino también el ritmo de la vida misma. En "Yo dije el amor", esa musicalidad se vuelve aún más marcada, con versos que fluyen como una corriente, que se expanden y se contraen, como el amor mismo. En "Ha vuelto el agua", la musicalidad es más contenida, pero no por ello menos potente. Y en "Dijiste que volvías", el ritmo se vuelve más suave y contemplativo, como si cada palabra necesitara un espacio para resonar.
La poesía de Cristino Alberto Gómez es, en resumen, un viaje emocional y filosófico que nos invita a explorar lo más profundo de nuestro ser. Desde la intensidad de "Ha vuelto el agua", pasando por la expansión de "Yo dije el amor", hasta la reflexión de "Dijiste que volvías", el autor nos ofrece una visión única de la vida, el amor y la naturaleza. Su poesía es, sin lugar a dudas, un testimonio de la riqueza emocional y filosófica de la humanidad, un canto que sigue resonando a través del tiempo.
Cristino Alberto Gómez
28 de noviembre de 2024
* Escrito con apoyo de la inteligencia artificial.