Revista Diario

La primera piedra

Publicado el 26 noviembre 2010 por Bubisher
LA PRIMERA PIEDRA

Llamar por teléfono a los campamentos y que alguien responda en la otra orilla a la primera es casi un milagro; la mayor parte de las veces, una pequeña odisea durante la cual, quien está intentando la llamada pone en práctica esa capacidad de hablarle al viento: ¿Pero será posible? ¡Vaya, otra vez igual! ¡Ya empezamos!... Y dependiendo de las veces que se repita el proceso de marcar con el resultado de la musiquilla correspondiente, seguida de, en el mejor de los casos, un pipipi que da por finalizado el intento, y en el peor por una operadora que vaya usted a saber en qué idioma habla, porque su voz llega envuelta en una especie de goma de mascar que imposibilita cualquier intento de comprensión, lo más genuino de nuestra lengua, sale como tiro de escopeta por nuestra boca. Vamos, que ni Quevedo.Pero antes o después, la voz que esperamos oír termina por hacerse realidad, envuelta en ruidos, entrecortada, pero real al fin y al cabo. Y con ella, una riada de noticias que hace que nos olvidemos del maldito aparato que tenemos en la oreja para dar un salto y situarnos al ladito mismo de quien nos habla.Estamos muy bien, decía hoy Gonzalo. Felices de haber pegado el primer picotazo en el terreno en el que, en muy poquito tiempo, veremos crecer el Nido del Bubisher. Llegará pronto la imagen de ese  momento en el que se ha marcado el inicio de una obra en la que todos, de una forma u otra, habéis puesto buenas dosis de esfuerzo y confianza.Y mientras tanto, siguen llenándose las Noches del Bubisher de poesía. La última tuvo lugar en la casa de uno de los poetas de la Generación de la Amistad saharaui: Chejdam Mahmud. Y en esta ocasión todo giró en torno a la belleza oculta en las palabras, a la forma en la que estas se enlazan para sacar hacia las zonas de luz su enorme poder de persuasión. Otro poeta, Mohamidi Fakal-la, leyó con una cadencia que hizo estremecer a los asistentes, versos esculpidos en la arena. El tiempo pasa, y pasa deprisa, parece que fue ayer cuando llegamos y ya Feli y Mamen se preparan para regresar. Atrás quedan días de complicidades y de trabajo, de largas conversaciones, de manifestaciones multitudinarias que llenaron la Hammada de un clamor único…Pero, pensándolo bien, solo el tiempo queda  atrás, el resto se ha fijado en su piel como una filigrana de henna. Tatuaje permanente de vivencias.


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