Leía esas publicaciones sobre el lujo de comer un plato caliente o tomar un baño, y pensaba que sería lo que pasaba con las mamás medio mártires que no piensan en sí mismas.
Pero no. Es tal cual.
Lo escribo mientras caliento agua por tercera vez, aspirando a tomar un café. La primera vez olvidé que tenía el sartén en la estufa, se consumió el agua, se quemó el sartén, y la casa quedó oliendo a "otra de éstas y declaramos desastre".
Silvia Parque