La duquesa movió la cabeza.
–Creo en la raza –exclamó.
–La raza representa el triunfo de los arribistas.
–Eso significa progreso.
–La decadencia me fascina más.
–¿Y dónde dejas el arte? –preguntó ella.
–Es una enfermedad.
–¿El amor?
–Una ilusión.
–¿La religión?
–El sucedáneo elegante de la fe.
–Eres un escéptico.
–¡Jamás! El escepticismo es el comienzo de la fe.
–¿Qué eres entonces?
–Definir es limitar.
–Dame una pista.
–Los hilos se rompen. Te perderías en el laberinto.
–Me desconciertas. Hablemos de otras personas.
–Nuestro anfitrión es un tema inmejorable. Hace años le pusieron el
nombre de Príncipe Azul.
Oscar Wilde
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