El hombre o mujer pulsador es aquel -o aquella- con el que te cruzas en la parada del semáforo, peatón como tú y consciente también de que algunos de los semáforos de tu ciudad tienen un botón al que hay que presionar para que pase al color verde y puedas pasar a la otra acera.
El hombre o mujer pulsador toma carrerilla, coge aire, coloca los brazos en jarras y le da al botón, a ese precisamente en el que tú ya pusiste el dedo hace unos segundos. Pero el hombre o mujer pulsador está convencido de que sólo él o ella conoce los intricados vericuetos del funcionamiento de los semáforos de tu ciudad, de forma que se ve en la obligación de accionar el complejo mecanismo de estos aparatos, consciente de su misión en la sociedad, paladeando lentamente su superioridad.
Después de hecho esto, el hombre o mujer pulsador se colocará a tu lado, pero un pasito pequeño, casi imperceptible, por delante de tí, cobrándose de esta forma el servicio prestado a los viandantes de tu ciudad. Mirará al frente, vigilando el color del semáforo, observando sin pestañear y manteniendo la respiración en el infinito segundo que va del rojo al verde...