La saga de los simios en su cuarta entrega empezaba a dar demasiados síntomas de agotamiento. Muchos eran los factores de la degradación. Por un lado, la drástica reducción presupuestaria que la 20th Century Fox impuso con todo lo que ello implica. Visualmente hablamos de una película paupérrima, en la que el vestuario y, sobre todo, el maquillaje, descienden en calidad con respecto al resto de la saga. Los decorados tampoco ayudan mucho a reflejar un mundo decrépito en el que los simios sirven como esclavos a los humanos, en sustitución como mascotas de perros y gatos. La rebelión de los simios vendrá por aquí, y como se puede apreciar no deja de resultar algo exagerado. Al respecto, la explicación que se ofrece en la reciente El origen del planeta de los simios (2011) resulta muchísimo más plausible.
En la historia también se empezaba a notar un alargamiento innecesario. La saga muy bien hubiera podido ser una trilogía, porque el final de Huida del planeta de los simios (1971) así lo demuestra. Pero una saga que resultó ser para la 20th Century Fox rentabilísima requeriría de dos partes más, además de una serie de televisión.
El argumento de La rebelión de los simios (1972) es interesante sobre todo para conocer las causas que dieron lugar al planeta de los simios. Pero el resultado por parte de su director, J. Lee Thompson, es mediocre. La utilización de la cámara en mano resulta demasiado forzada, sobre todo al final, y se nota en exceso que es para crear espectacularidad al trabajar con un presupuesto demasiado pobre para un film de estas características. Por otro lado los simios, que son los protagonistas absolutos del film, están menos creíbles que nunca gracias a un pésimo maquillaje, notablemente inferior al de las tres partes anteriores. Y en cuanto al guión, deja muchísimo que desear en el desarrollo de personajes y de la historia en sí. Sólo destacable en sus alegorías, que las tiene, sobre el racismo. Pero su tratamiento es muy superficial. En definitiva, un film totalmente prescindible.
¿Y qué decir de Batalla por el planeta de los simios? Ambos films podrían competir en un hipotético festival del peor cine de la historia, ya que son de la misma calaña, si bien esta última ya roza la tomadura de pelo de una forma alarmante.
Las situaciones del film son cada vez más bochornosas conforme los minutos van avanzando y hay situaciones que no se entienden. Está íntegramente impregnada del aroma de la peor serie B y retoma situaciones argumentales grotescas, como la de los humanos mutantes (que, recordemos, aparecían en Regreso al planeta de los simios [1970]). Da la sensación de que entre la cuarta película y la quinta faltaría una intermedia, ya que el salto de una a otra es demasiado grande y uno no deja de plantearse enigmas acerca de cómo se ha llegado a la situación expuesta en Batalla por el planeta de los simios.
La batalla que da título a la película es lo más penoso que se haya visto jamás. Se remata en quince minutos aproximadamente y parece hecha por un aficionado. En la secuencia de la guerra únicamente se hace uso de planos y contraplanos en los que vemos, por una parte, a los simios disparando y, por otra, a los humanos (montados en autobús escolar como si de un tanque se tratara), sin olvidar las explosiones que aparecen repetidas en el montaje, por si acaso nos las queríamos perder. Un despropósito absoluto y chapucero que no parece hecho por profesionales del cine.
¿Y qué decir del final? Todo sucede tan rápido que no hay mente humana que imagine que de ahí el siguiente salto será el film de 1968 protagonizado por Charlton Heston. Demasiadas incógnitas sin resolver en una saga que el director J. Lee Thompson destroza por completo. Gracias a Dios que no hicieron más partes para el cine, el horror continuó como serie de televisión.
EDUARDO MUÑOZ