La reina descalza (Ildefonso Falcones)

Publicado el 25 febrero 2013 por Montse @almaprendida
Datos técnicosTítulo: La reina descalzaAutor: Ildefonso FalconesEditorial: GrijalboPrimera edición: Febrero de 2.013
SinopsisEn la España del siglo XVIII, una conmovedora historia de amistad, pasión y venganza une dos voces de mujer en un canto desgarrado por la libertad.Cuando Milagros, joven gitana, conoce a Caridad, antigua esclava procedente de Cuba, está lejos de intuir lo importante que será esa amistad a lo largo de unos años marcados por la persecución contra los de su raza. Pero será su don para el baile y el cante que la llevarán del bullicioso barrio de Triana al floreciente Madrid de los teatros señoriales.
AutorIldefonso Falcones de Sierra es abogado y ejerce en Barcelona. La catedral del Mar, su primera novela, se convertió en un éxito editorial mundial sin precedentes y fue publicada en más de cuarenta países.Además, recibió varios premios, entre ellos el Euskadi de Plata 2.006 a la mejor novela en lengua castellana, el premio Qué Leer al mejor libro en español del año 2.006, el premio Fundación José Manuel Lara a la novela más vendida en 2.006, el prestigioso galardón italiano Giovanni Boccacio 2007 al mejor autor extranjero y el premio Fulbert de Chartres 2.009. Su segunda novela, La mano de Fátima (2.009) fue galardonada con el premio Roma 2.010.La reina descalza es su tercera novela.

ArgumentoCaridad es una cubana de raza negra que desembarca en el puerto de Cádiz sola. Había hecho el viaje desde Cuba acompañada de su amo, don José Hidalgo, pero éste muere de peste durante la travesía; antes de fallecer, firma su manumisión y se convierte en una mujer libre. Pero no puede enfrentarse a un nuevo país sola y menos a su recién adquirida libertad.Por otro lado, Milagros, nieta de Melchor Vega, un hombre que cumplió una condena en galeras por la denuncia del patriarca de la "gitanería", Rafael García "el Conde", es una gitana de catorce años enamorada del nieto del peor enemigo de su abuelo.Melchor encuentra a Caridad perdida en Triana y la lleva al barrio de los gitanos. Y allí nace una amistad entre una negra y una gitana, ambas perseguidas por el mero hecho de ser diferentes.
  • Durante un mes amo y esclava permanecieron encerrados en un pequeño y viciado camarote con una sola hamaca, a popa, que don José, tras pagar sus buenos dineros, consiguió que el capitán le construyese con tablones, robando espacio al que era de uso común de los oficiales. «Eleggua, haz que su alma no descanse jamás, que vague errante», había deseado Caridad percibiendo en el reducido espacio la poderosa presencia del Ser Supremo, el Dios que rige el destino de los hombres. Y como si el amo la hubiese escuchado, le suplicó compasión con sus escalofriantes ojos biliosos al tiempo que extendía la mano en busca del calor de la vida que sabía se le escapaba. Sola con él en el camarote, Caridad le negó ese consuelo. ¿Acaso no había extendido también ella la mano cuando la separaron de su pequeño Marcelo? ¿Y qué había hecho entonces el amo? Ordenar al capataz de la vega que la sujetase y gritar al esclavo negro que se llevase al pequeño.
  • Fray Joaquín, en voz alta, en castellano y sin utilizar latinajos, zahería los atávicos prejuicios de los españoles y soliviantaba a las gentes defendiendo la virtud del trabajo, incluso mecánico o artesano, en contra del malentendido concepto de honor que impelía a los españoles a la holgazanería y ociosidad; excitaba el orgullo en las mujeres oponiéndose a la educación conventual y sosteniendo su nuevo papel en la sociedad y en la familia; afirmaba su derecho a la educación y a su legítima aspiración a un desarrollo intelectual en bien de la civilidad del reino.
  • Continuaban perteneciendo a ese mismo pueblo que desde la época de los Reyes Católicos sufría persecución en España: no podían vestir sus coloridos trajes ni hablar en su jerga, andar los caminos, decir la buenaventura o mercadear con caballerías. Se les había prohibido cantar y bailar, ni siquiera tenían permitido vivir en Triana o trabajar como herreros. En varias ocasiones los gremios payos de herreros sevillanos habían intentado que se les impidiese trabajar en sus forjas elementales, y las pragmáticas reales y las órdenes habían insistido en ello, pero todo fue en vano: los herreros gitanos garantizaban el suministro de las miles de herraduras imprescindibles para las caballerías que trabajaban los campos del reino de Sevilla, por lo que continuaron forjando y vendiendo sus productos a los mismos herreros payos que pretendían terminar con sus actividades pero que tampoco podían afrontar la ingente demanda.


Opinión personalCuando hace dos semanas recibí un correo de la editorial Grijalbo solicitando mis datos para envíarme este libro, como ya os dije en la entrada en la que os lo presentaba, daba botes de alegría, que se convirtieron en llanto cuando vi que cada mail que les remitía me era devuelto. Hasta que por fin conseguí ponerme en contacto con ellos y solucionar esos problemas técnicos.Como la mayoría de vosotros (opino así porque lo he visto en los comentarios del otro post) tenía mucho miedo a enfrentarme a este libro: ¿sería como La catedral del mar o como La mano de Fátima?. Porque el primero es uno de mis libros favoritos, pero el otro tardé meses en leérmelo y eso con mucha fuerza de voluntad, diciéndome: venga, Montse, que seguro que se pone interesante... Pero no. El otro día Shaka dijo que la guerra de las Alpujarras a ella se le habían hecho como tres siglos; a mí como tres milenios. Aunque hay excepciones: Tatty ha escrito hoy que le gustó; a mi hermano también; me quito el sombrero antes los dos y ante todos los que se lo pasasen bien con La mano de Fátima. Es una obra que jamás me atrevería a recomendar.Vamos a lo importante, para que no os tengáis que leer el rollo completo: el libro me ha encantado, es casi tan bueno como La catedral del mar; posiblemente la diferencia radique que a mi me gusta más la histórica medieval que la de la Edad Moderna, aunque he disfrutado mucho con él y, sobre todo, he aprendido infinidad de cosas que desconocía.A pesar de ese miedo que os he mencionado, en cuanto lo tuve en mi poder, abandoné Expediente 64 (también he de confesar que lo estaba pasando un poquito mal con él, porque en una página me reía con Carl y en la siguiente sufría con un tema tan duro como el de la eugenesia, que me enerva) y me puse con él. Y no me arrepiento en absoluto de la decisión tomada, porque lo he devorado.Ahora viene el problema de las etiquetas, que maldita la hora en que las inventaron: para mí es una novela histórica (porque lo de ficción histórica y yo no nos entendemos), aunque también podía ser de aventuras, pero me niego a no valorar la ingente labor documental que lleva detrás esta historia y lo amena que hace la Historia Falcones (que, como historiadora, reconozco que puede ser un auténtico pestiño si el autor se propone que nos enteremos de todo lo que ha investigado y todo lo que sabe sobre el tema).El tema fundamental del libro es la lucha por la libertad de un pueblo, el gitano, por mantener sus costumbres ancestrales y su forma de vida. Pero en este país, desde los Reyes Católicos, se ha perseguido a todos los que son diferentes: primero los judíos, después los moriscos, luego los gitanos y en América, los indios y los negros. ¡¡¡Menos mal que eran católicos!!!.Ambientada en Sevilla y Madrid fundamentalmente (aunque conocemos Cádiz y Málaga, e infinidad de pueblos) entre los años 1.748 y 1.754, la novela está estructurada en seis partes tituladas (Magnífica diosa, Canto de sangre, La voz de la libertad, Pasión contenida, La voz rota y Queja de galera) divididas a su vez en 50 capítulos, y una nota del autor en la que nos habla un poquito más de la época.El contexto histórico, la España de mediados del XVIII, en una Sevilla que ha perdido su poderío económico por el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz, porque su puerto es mejor para el tráfico internacional,  y la Pragmática de 1.749, conocida como la Gran Redada, promulgada por el marqués de la Enseñada, empeñado en extinguir a los gitanos, perfectamente plasmado.Está escrita en tercera persona, con un narrador omnisciente, siguiendo un orden cronológico lineal roto por algunas retrospectivas, con un estilo directo y fluído,  en el que predomina la narración sobre los diálogos, con unas descripciones pormenorizadas y minuciosas (que he de deciros que a mí, casi siempre, me aburren soberanamente, pero que en este caso no me he perdido ni un detalle, de lo maravillosamente escritas que están).La trama está muy bien engarzada, con una historia que se divide en varias aproximadamente a mitad del libro, para, finalmente, convertirse de nuevo en una sola.El ritmo es medio durante las tres primeras partes de la novela, pero en las tres últimas, con varios giros argumentales, se vuelve rápido, y si me cautivó desde el primer momento, a partir de ahí me tuvo completamente absorta.Los personajes muy bien dibujados, algunos, como el de Ana y el Melchor, completamente redondos, aunque las evoluciones más marcadas son las de Milagros (que pasa de ser una niña caprichosa y consentida a convertirse en una mujer que aprende que los errores se pagan con mucho sufrimiento) y la de Caridad (una mujer sumisa, porque aunque es libre no olvida que ha sido esclava, que se convierte en todo un carácter). Ana Vega, la madre de Milagros, el paradigma de la fuerza y de la lucha por la libertad. Melchor Vega, padre de Ana y abuelo de Milagros, un hombre que defiende a los de su sangre aunque pueda perder la vida en el intento. Pero a mí me ha encantado el de don Joaquín, un fraile dominico muy adelantado a su tiempo (incluso hoy, cuando la iglesia católica se está autofagocitando, sus sermones serían modernos), que es una especie de "pájaro espino" a la española (tranquilidad, que no estoy destripando nada).Los escenarios y ambientes muy bien conseguidos y son, posiblemente, lo mejor de la novela. Con esas descripciones de las que os hablaba antes, conocemos la forma de vivir de los gitanos, tanto los que están "asimilándose" a los payos, como los que quieren seguir siendo ellos mismos, sus tradiciones, su cultura (digna de mención es la escena del pañuelo, que aunque a mí me parezca una salvajada, no tiene parangón), el flamenco, declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (y aunque a mí no me guste, porque no tengo oído, tengo orejas, mi familia paterna lo lleva en la sangre), el contrabando de tabaco (que era monopolio de la corona con los estancos), la diferencia entre Sevilla y Madrid (en la ciudad andaluza el arzobispo prohibió el teatro, la ópera y las comedias; en la Villa y Corte no), las cárceles de mujeres, la administración de la época, manolos y chisperos, y el germen de la Hermandad de los Gitanos, una de las cofradías más importantes de Sevilla.Disfrutar de un buen argumento y, además, profundizar en temas que desconocía, no tiene precio.El desenlace, con un giro argumental genial, ha sido para mí completamente imprevisible y excepcional. Como Montse hubiese preferido otro, pero como lectora reconozco que es soberbio y muy emotivo.El único "pero" que le pongo a la novela, que por eso no tiene "5 plumas": cuando los personajes se separan, en lugar de dedicar un capítulo a cada uno, hay momentos en que pasan demasiados hasta que volvemos a saber de algunos... Creo, y es mi humilde opinión, que hubiese sido redonda si en cada uno hubiese dedicado una escena a cada protagonista. Si lo ha hecho para agilizar el ritmo, no hay más que hablar, pero ha habido momentos que he echado de menos saber que les estaba pasando en ese mismo momento  a los demás (aunque luego me lo haya contado todo).Resumiendo: una novela histórica, con aventuras, amor, muerte, odios, venganzas...;  el retrato de una etnia que luchó por conservar su libertad y sus costumbres y tradiciones y el de una sociedad intolerante con las minorías. Si eres del club "catedral, sí, mano, no", te lo recomiendo sin temor a equivocarme.
  • Lo que hasta entonces no habían sido más que tonadillas alegres, cantadas con una malentendida pasión, se convirtieron en desgarros de dolor: ... por la huida constante entre los escupitajos que los payos lanzaban a su paso; por el hambre y el frío; por la injusticia de los gobernantes; por el pasado de un pueblo perseguido y su incierto futuro.

Gracias a la editorial por haberme facilitado el ejemplar.
Valoración: 9
Leído el 24 de Febrero de 2.013

Montse Martín